Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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N o hay melopea más llorona y tragicómica que la de anís, se sabe de antiguo... antes era muy navideña... pero ya no se bebe anís y no se ven esos ataques de llorosa sinceridad desbragada o testamentaria... una lástima, era el pedete ideal para la prima mollar o empollona y para ese primo raulito que hay en toda familia... a la primera, para que se dejara, y al segundo, para que se jodiera.

Perdida la batalla del anís, queda otra vieja guerra familiar que aún revive en las noches de barrullo navideño: Elvirita, saca las cartas, la baraja... brisca, tute, escoba, julepe... y algo de calderilla... esta noche, ¡a lo loco!

La vida social española tiene mucho que agradecerle a don Heraclio Fournier , el fabricante vitoriano de naipes que lleva un siglo suministrando al mundo hispano cartulaje para el burle, esa baraja que es el devocionario de todo bar o mesa camilla... porque las cartas ayudan a socializar, a relacionarse, y hasta dicen que su manejo frecuente espanta al alzheimer o lo aplaza (quizá porque no es fácil olvidar cuando palmas en el juego y, encima, se chotean y te lo recuerdan aunque pasen los años... es la gana de revancha la que engrasa la memoria).

En la baraja española no hay mujeres como en la francesa (espera a que reparen en ello, es fácil sacar de la manga una Reina Maga o una Niña Jesusa) y, aunque a una carta le decimos «sota» (puta), se trata en realidad de un paje o valet (que vete tú a saber), lo mismo que llamamos a la carta 11 «caballo» ignorando al que lo monta.

En muchas veladas navideñas aún bailan las cartas pidiendo anís... y órdagos a la suegra... las cartas resuelven o disuelven otras discusiones. ¿Y nadie ha propuesto en este país un monumento a Fournier o al rey de copas?...

En fin, por meter risa a la partida familiar, cuela ahí algún chiste sobre el tema: ¿En qué se parecen el sexo y el mus?... en que cuando uno tiene una buena mano sobra el compañero ... o ese del cazurro que va a confesarse y dice «padre, me acuso de perder mucho tiempo jugando a las cartas... y el cura le responde: no, hijo mío, si ya lo digo yo, no había ni que barajar ».

Noche de paz, noche de mus.

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