La opinión del lector
Gran Rajoy III
E ste título prestado de mamotreto ficción aparecido recientemente, da pie a recordar las palabras de un actor inteligente en tiempo preelectoral: «Con la crisis que ha hecho estallar con tal dramatismo las costuras y las contradicciones de cierta izquierda, la gente no debería estar más avisada y más atenta. La realidad es una cosa que no gusta a nadie, la gente huye de la realidad, quiere ficción… (y ahí la tiene). Además es justo lo que hemos vivido en Cataluña, cómo una ficción ha llegado a invadir la totalidad de la sociedad». Sin embargo, pese a que la realidad es tan tozuda y el aforismo tan cierto, no recuerdo campaña electoral alguna, más desarraigada en forma y fondo de novedosos líderes, con afán de advertir a ‘crepapelle’ la situación sobrevenida. Y más palabras, ahora de Rajoy, no de profeta imaginario, sobre el mismo tema. «Los que plantean el diálogo como fin y no como un instrumento deberían explicar cuáles pueden ser los acuerdos entre quienes pretenden no cumplir la ley y quien tiene la obligación de lo contrario».
¡Ojo al dato!, pues otros agoreros, adivinos o arúspices madrugaron aprovechando la jornada de reflexión para aleccionar al lector no sólo con hipotéticos resultados, que no acertaron como es costumbre en estos agnósticos depredadores anti Rajoy, —dicho sea con perdón, durante toda la legislatura—, incluso advirtiendo a su majestad el Rey, qué es lo que tiene que hacer en su momento con el artículo constitucional que le insta a cumplir con el deber de designar candidato a presidente. Hasta ahí han llegado los sacamantecas o vocingleros de la prensa progre tras el hartazgo de vomitar lastre y suciedad contra el gran Rajoy.
El mejor desagravio merecido en tantas ocasiones por nuestro presidente, incapaces de ponerlo en práctica en la legislatura, se lo ha hecho ver Rajoy con el resultado electoral, que si no ha sido tan glorioso como el precedente, sí ha vuelto a llenar el mapa de España de azul hecho cuanto más meritorio tenida cuenta de la situación enojosa que ha tenido que lidiar en la crisis dura y prolongada. Dificultades añadidas desde las propias filas y foráneas sin distinción. Sin embargo, el mérito no se lo quita nadie al único Rajoy que hemos conocido siempre, con defectos propios de toda condición humana. Pero resistente a las adversidades que no han sido pocas, ni fáciles de sobrellevar como la crítica sin control y sin escrúpulo, global e injusta ante ébolas, territorialidad, reformas, corrupción y oposición inane a la amplia gama legislativa ofrecida en la legislatura, para olvidar. Pluralidad de apelativos insultantes aparte, preferimos aplaudir el talante paciente y tolerante del presidente con los problemas espinosos, en las propias filas y foráneos sabiendo plantarles cara seria con moderación y medición de tiempos aptos para la salud y bienestar de España. Rajoy nos libró del temido rescate, puso su firma a la economía, aspecto prioritario que debe acreditar un buen gestor político. Escritores, comentaristas ha habido a mogollón que no se atrevieron a señalar el artículo 155 desde el inicio, y excepciones inteligentes a salvo, los mismos que se quejan y agreden sobremanera con sus columnas a diario. Felicidades y ánimo, que la tarea sigue. Pues el voto avisado así lo ha decidido. Ojalá sea para bien.