Diario de León

CUERPO A TIERRA

De la naturaleza

Publicado por
antonio manilla
León

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E l ecologismo, una de las ramas esquemáticas del progresismo, nos advierte de los peligros que hay en casi todo. En principio, no hay nada más conservador que un ecologista. Si por ellos fuera, caminar entre dinosaurios ataviados con hojas de parra sería el estado natural del hombre. Ver por principio decadencia en cualquier cambio no es muy realista: las costumbres se crean y se destruyen, nacen y mueren, como cualquier hijo de vecino. Con el conservacionismo como evangelio, no habríamos pasado de Atapuerca. Esa actitud extremista me parece a mí que les hace ganar más descrédito que adeptos: no se puede ir por la vida anunciando el apocalipsis a cada rato, como un Testigo de Jehová cualquiera, y pretender credibilidad. Es el cuento de Pedro y el lobo.

Pero, visiones catastrofistas aparte, no es menos cierto que llevamos exprimiendo la naturaleza demasiado tiempo demasiado. Deberíamos, aunque sea por egoísmo, levantar un poco el pie del acelerador. En asuntos de supervivencia, como de conducción, ser conservador no es ser carca. A veces es la única manera de continuar siendo. Exigirles a los gobiernos del mundo, por ejemplo, prudencia. Prudencia con la biodiversidad y el cambio climático; con el dióxido de carbono pero también con el nitrógeno, ese fertilizante del que ya producimos el doble que la naturaleza anualmente; con los residuos informáticos y la imprescindible polinización de las abejas. Pedírselo por nuestros hijos. Y empezar por lo que está a nuestro alcance, porque en este ámbito cualquier pequeño cambio es mucho y hasta las grandes revoluciones tienen que comenzar por algún sitio. A nuestra escala, hagamos lo que está en nuestra mano y exijamos a nuestros gobernantes más próximos que cumplan sus deberes con la tierra. En estas mismas páginas hemos visto casos con los que ponerse a la obra: empleo de herbicidas en las cunetas, uso de toneladas de sal en las carreteras como fundente, aparición de especies exógenas como el pez lobo en los ríos…

Las voces de alarma no nos llegan únicamente desde el ecologismo. Ya René Girard nos advirtió de que «el progreso conduce al colapso ecológico». Y los científicos predican que el universo se expande aunque igual resulta que está cayéndose desde hace no se sabe cuántos eones, derrumbándose hacia la nada minuciosamente. Y lo peor no es esto, que nosotros no lo viviremos, sino que ya sabemos cómo acaba el cuento de Pedro y el lobo.

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