Diario de León
León

Creado:

Actualizado:

T engo colegas columnistas a los que por la calle les gritan «¡pluma excelsa!», «¡pedazo Quevedo!», «¡Gioconda de la prosa!». A mí después de treinta años con este Al trasluz lo único que me llaman es «¡respetuoso!», que suena a nombre de caballo de Jesús Gil. Tampoco me quejo, aunque no es piropo como para ponerse a tirar cohetes. La última vez que me lo llamaron, quizá lo he contado ya, fue hace unos meses, cuando iba paseando por la calle Ancha con mi mujer y mi madre —llegada desde Alicante a visitarme—. Una pareja tuvo la generosidad de acercarse y decirme que eran seguidores de esta columna: «nos gusta leerte porque eres muy respetuoso». Mi madre asintió orgullosa: «Sí, sí, mi hijo desde niño ha sido muy respetuoso». Mi mujer me soltó por lo bajo: «¿Has contratado actores?». Pero no los había preparado, ocurrió tal cual. Una grata satisfacción, sin duda. Supongo que en ese momento mi señora madre vio compensados todos los quebraderos de cabeza que les di en mi larga adolescencia. Ahora bien, sin intención de parecer ingrato debo decir hasta aquí hemos llegado con el columnismo de respeto. ¡A la porra tanto humor inglés, ecuanimidad en la crítica y hasta pedir permiso a la jota para ponerle encima el punto! Lo que está sucediendo en Cataluña me lleva a apartar la flema. Hoy no seré tan respetuoso, pues me pide el cuerpo soltarle a Mas y a su tropa separatista, pero también a ese anticapitalismo que pacta con los del colchón suizo, aquella lista de improperios del capitán Haddock que me aprendí de crío para desesperación de mis progenitores: «Ornitorrincos, zopencos, ganapanes, ectoplasmas, filibusteros, ciclones ambulantes, lechuguinos, trogloditas...». Perdón si me he dejado alguno.

Ya en serio. Cuánta tensión tendrán que soportar en Cataluña los políticos no separatistas. Transmitámosles que no están solos.

Todo separatismo es una despectiva mirada por encima de nuestro hombro común. Una gran grosería ideológica. Uno asume lo de ser de estilo respetuoso, pero a veces, pocas, hay que dejar que fluya impetuosa la prosa, pues cada columna tiene su propio registro en el que ser escrita. El viernes volveré a pedir permiso a la jota para ponerle encima el punto. Hoy no.

tracking