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Publicado por
maría j. muñiz
León

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Aesta sociedad le queda mucho que avanzar en materia de conciliación de vida personal y familiar. En realidad, cada vez le queda más, porque frente a necesidad y declaración de intenciones el tozudo día a día nos aleja más de lo que nos importa y nos atropella con lo que más urge.

Pero la concliación, como todos los grandes logros sociales y laborales, se conquista con gestos diarios, pequeñas grandes batallas que avanzan hacia la lógica y el progreso. No con grandes esparavanes mediáticos que sirven en bandeja polémicas estériles. El caso de la diputada Bescansa y su bebé en los últimos días es más un ejemplo de búsqueda de protagonismo que de declaración de unos principios que son compartidos por la mayoría, pero sólo hasta donde dicta el sentido común.

Seamos sinceros, un bebé en los escaños del Congreso no pinta nada. Hay mecanismos establecidos para compaginar teta y actividad parlamentaria, que llevan tiempo utilizando otras madres con responsabilidad política. Si se quiere más, se pide y se pelea. Pero desde la lógica y el respeto. Y creo que este no es el caso.

¿Qué pasaría si todas las mamás y los papás llevasen a sus hijas al trabajo? Es absurdo sólo plantearlo. El centro laboral se transformaría en un ineficiente guirigay de pérdida de tiempo y distracción generalizada, no sólo de los progenitores.

Además, puestos a conciliar, abramos horizontes. Si unos llevan a sus bebés, otros reclamarán acudir al despacho acompañados de sus mamás con alzhéimer porque también quieren ejercer su derecho a mimarlas y apurar sus últimas luces. Y así cada uno plantearía su prioridad personal y sentimental, hasta rizar el rizo de lo esperpéntico. Porque al final, ¿quién decide dónde empieza y dónde acaba el rango familiar del que hay derecho a hacerse cargo? ¿O es esta una imposición de las mamás que creen que son las primeras mamás de la historia, que también las hay?

La lucha por normalizar determinados comportamientos tiene que partir de la base de que esas actitudes deban ser asumidas en buena lógica. Y llevar la guardería al centro mismo del Hemiciclo o las negociaciones políticas no es el caso. Hay que exigir a los políticos que se centren en lo mucho apremiante que tienen que afrontar. Que hay materia para dar y tomar.