Diario de León
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PEDRO VICENTE
León

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P uesto que la política española anda colgada como nunca de la aritmética —con Rajoy, Sánchez, Iglesias, Rivera y demás presos de la calculadora— no está de más alguna consideración respecto al sistema electoral y a la distribución territorial de los escaños. Conocida es la distorsión democrática provocada por una combinación de factores —Ley D’Hont y circunscripciones provinciales— que en la práctica conduce a resultados tan aberrantes como el de que Izquierda Unida consiga con 923.133 votos el mismo número de diputados (dos) que EH Bildu con 218.467.

A menudo se pone a Castilla y León como ejemplo de territorio sobredimensionado en las Cortes generales. Y con la calculadora en la mano, resulta innegable. Con poco más de un 5% de la población española, los 32 diputados elegidos en las 9 provincias superan el 9% del total de escaños (350) del Congreso. Y la desproporción es mucho mayor en la Cámara Alta, que, al elegir cuatro senadores fijos por provincia sea cual sea su censo, eleva ese porcentaje por encima del 17%.

Pero la cuestión no es esa, sino si nos sirve de algo a los castellanos y a los leoneses disponer de esa privilegiada representación en el Parlamento nacional. Y me temo que si nos sirviera de algo, lo habríamos notado. ¿Ha redundado positivamente para la provincia de Soria el hecho de que su ilustre paisano Jesús Posada haya presidido el Congreso durante los cuatro pasados años? En Soria no tienen noticia. Ni del ‘efecto Posada’, ni del asimismo inexistente ‘efecto Lucas’, el otro no menos ilustre soriano apalancado más de una década en la vicepresidencia primera del Senado.

Por mucha demagogia provinciana que se escuche en las campañas electorales, los diputados y senadores, so pena de hacerse el harakiri, obedecen dócilmente la disciplina de partido. Y si la misma colisiona con el interés general de sus provincias de origen, a éstas ya les pueden ir dando. Lo hemos visto de forma diáfana en la pasada legislatura con respecto a la minería del carbón. Mientras su defensa le costó a Juan Morano la jubilación política (que por otra parte ya le iba tocando), los demás senadores del PP se plegaron sumisamente a la estrategia liquidadora del ministro Soria, al punto de dejar colgado de la brocha al mismísimo presidente de la Junta. Ejemplo más claro, imposible.

Por si quedaba alguna duda, ahora el senador Luis Aznar, que, como leonés fue el que más directamente asumió esa claudicación, ha sido ascendido a la secretaría primera de la Mesa del Senado. Blanco y en tetra brik.

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