Cerrar

EN POSITIVO

Emprendimiento apellidado social

Publicado por
paco balado
León

Creado:

Actualizado:

E stá de moda. Hablar de emprendimiento y añadirle el complemento de «social» es una coletilla habitual entre políticos, agentes económicos y actores mediáticos de diversa procedencia profesional. Abundan las líneas de financiación para emprendedores sociales, aparecen programas públicos de ayuda para la iniciativa empresarial social, hay páginas en las redes sociales especialmente atentas a iniciativas de este tipo, en fin, existe una progresiva conciencia en la que todo lo que tiene que ver con emprender socialmente atrae e interesa. Incluso la Unión Europea acaba de definir a la economía social como el «motor clave del desarrollo económico y social en Europa»

Ante todo esto, uno se pregunta si todo lo que se propone como social puede ser calificado como tal, si realmente el cambio de modelo productivo empieza a calar entre nosotros y la economía social está dejando de ser una alternativa a la economía especulativa para convertirse en el motor del progreso de una sociedad como la nuestra, presa de una profunda crisis de valores. Comprobarlo implica definir el emprendimiento social y, aunque hacerlo nos daría para algunos cientos de páginas, algunas ideas son básicas.

Creo que un proyecto emprendedor con dimensión social debe estar pensado para un desarrollo vital y centrarse, en su concepción y objetivos, en el hombre como ser social que nace, vive y se desenvuelve como tal en un grupo (ya lo decía Aristóteles). Debe promover el desarrollo sostenible del lugar donde se acomete revirtiendo los beneficios obtenidos no sólo en un futuro personal sino también hacia el grupo al que pertenece. Por eso, social quiere decir humano, quiere decir solidario, quiere decir común. Hablamos de economía de base humana, de economía del Bien Común, llámenla como deseen. O si quieren, de economía con valores: igualdad, solidaridad, creatividad, respeto a los demás y al entorno… Poco o nada que ver con un arquetipo estrictamente mercantil, donde prima el capital, aunque para la puesta en escena de cualquier proyecto social se precisen imprescindibles parámetros empresariales. Nada que ver tampoco con una economía de planificación superada, dominada por el dogmatismo, aunque en su desarrollo se tienda a poner en común beneficios y avances. Se trata de una tercera vía, de alguna manera ecléctica, entre el deshumanizado capitalismo especulativo y el más deshumanizado y trasnochado socialismo planificador.

No es un camino sencillo y, por eso, su implantación es lenta. Bienvenidas todas las iniciativas pero fijemos bien el objetivo. Se necesita un cambio mental, además de normativo. En los planes de estudio de la denostada Lomce ya se incorporan valores como los citados. Nuestros adolescentes estudian emprendimiento y economía social. Es un comienzo. Probablemente las generaciones que nos sigan tendrán una conciencia económica social mucho mayor que la nuestra y la simbiosis entre lo individual y lo social que supere dogmatismos fracasados de todo tipo sea más fácil de conseguir.

Cargando contenidos...