Diario de León

HOJASDE CHOPO

Una sociedad nueva

Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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Los únicos reyes en los que realmente creo, los Reyes Magos, no se portan nada mal, aunque es cierto que las cartas que les escribo suelen ser austeras. Sin entrar en polémicas, me declaro seguidor de la línea clásica de esta realeza mágica, evitando, claro, salidas de tono y cuidando barbas y pintados ridículos, teniendo en cuenta las posibilidades actuales para acercarnos con mayor precisión a la sensatez de la realidad. Les agradezco, sobre todo, la capacidad de iluminar en esta noche de ilusiones los habitáculos de las convicciones personales, que, como tales, ni son dogma de fe ni tratan de imponerse a ninguna otra. Los espacios del respeto siguen perviviendo como espacios sagrados.

La principal convicción radica ahora en consideraciones de tipo sociopolítico, convencido de que el Nuevo Año nos ha propuesto un escenario en que los actores representan a una nueva sociedad, que se venía fraguando insistente, y casi silenciosamente, y de cuya realidad algunos no parecen haberse enterado. Nada de extraño tienen, aunque sean injustificables, miradas atónitas y desafiantes, palabras despectivas e incluso algunos insultos que después pretenden suavizar. Los ejemplos son de dominio público. Me da vergüenza hasta reproducirlos, sobre todo pensando que algunos de los causantes nos gobiernan. En este Reino de los Despropósitos todos (barones, baronesas, antiguos conductores de apisonadoras, nuevos responsables de los reinos de taifas y otros mandamases y pequeños salvadores de la patria) pretenden convertirse en hermeneutas de nuestros votos. Y qué curioso, las interpretaciones son tan distintas, que no todos pueden tener razón, a pesar de que paseen su política por los platós, lugar bastante ajeno al diálogo y el entendimiento. Y de eso se trata. No tanto de interpretar interesadamente el voto de los ciudadanos como de buscar soluciones a los problemas comunes. Se permite incluso, con posiciones leídas en el fondo, que en un acto de soberbia cercana al neocolonialismo, un tal Juncker urja y espolee. Cuando se pierde el pudor político es difícil recuperar la credibilidad. No nos podemos permitir ya más lujos, o dispendios mejor, en este sentido.

Nada distinto en el dibujo de una sociedad nueva. Es problema viejo y seguramente necesario, creo, porque la España invertebrada se transforma a base de impulsos. Es una conferencia sobre “Vieja y nueva política” que Ortega ofreció en Madrid en 1914, decía, entre tantas cosas: “Sobreviven dos Españas que viven juntas y que son perfectamente extrañas: una España oficial que se obstina en prolongar los gestos de una edad fenecida, y otra España aspirante, germinal…”.

Aquí, entre nosotros, mientras tanto, a pesar de los clásicos y progresivos problemas estructurales, parece que empieza a respirarse un aire más fresco y vital, después de tantas turbulencias y grisuras. Buen síntoma. Vamos a ver.

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