Diario de León
Publicado por
flores del mal gonzalo ugidos
León

Creado:

Actualizado:

N o por previsible, la impresionante victoria de Rajoy el 20-D fue recibida como un faro de esperanza por los cinco millones de parados, por los casi nueve millones de pensionistas, por tantos y tantos miembros las clases medias que cuando estaban a punto de tener criada tuvieron que ponerse a servir, por los muchos millones de españoles descorazonados por la corrupción, por la mayoría de los catalanes sometidos al capricho esnob de una minoría y, desde luego, por los mercados a los que debemos lo que no está en los escritos. En entrevistas a lo largo y ancho del país, miles y miles de parias ociosos a la fuerza, de jubilados estresados, de regeneracionistas sin fronteras, de catalanes humillados y ofendidos y de inversores en deuda española dijeron que «con Rajoy el horizonte es esplendente y el cielo es el límite».

Dionisio Rodrigáñez, un agente inmobiliario de Astorga, dijo que el pinchazo de la burbuja y la retracción de la demanda por la crisis eran un mal recuerdo y que tras la victoria del PP se habían evaporado las nubes de plomo sobre el cielo y ya no veía obstáculos para la prosperidad. Ludolfo Riánsares, un contratista bien conocido en Toledo por concitar el cabreo de cientos de clientes por sus trabajos de mierda, declaró a una televisión que la victoria de Rajoy «ha sido una bendición para los autónomos». Tras el escrutinio del 20-D tanto Facebook como Twitter echaban chispas, todo eran elogios a Rajoy y, henchidos de orgullo, los tuiteros anunciaban un radiante amanecer. Encarnación Bustamente, de San Vicente de la Barquera —más bonita que ninguna de las villas marineras— decía en un post que el éxito electoral de Rajoy era una esperanza para miles y miles de niños y jóvenes que piensan que ellos nunca serán nada en la vida y el ejemplo de Rajoy les daba «una razón para soñar».

Es verdad que debemos el 100% de lo que producimos y estamos expuestos a que una subida del precio del dinero nos lleve a la casilla de salida, es verdad que el calcetín de nuestras pensiones se ha reducido un 40% y que el 60% restante está invertido en deuda pública española, es verdad que se ha dejado pudrir la situación en Cataluña y que no solo Valencia sino todo el país parece una escuadra de corsarios con su buque insignia en un edificio de la calle Génova; pero en un segundo mandato todo eso lo arregla Rajoy en dos patadas. Por eso no hay dios que pueda entender la cerrazón de Pedro Sánchez y las reservas de Albert Rivera para facilitar su investidura. País de ingratos. Ya dijo el filósofo moldavo Vustrid Kalminari, y lo experimentó Churchill en propia carne, que quien espere ver recompensados sus sacrificios por la cosa pública acabará sumido en la melancolía.

tracking