cartas al director

De lo que pudo haber sido

E s una pena que no conozcan sus errores hasta que han sucedido. Si los supieran es muy probable que no sólo el curso de la historia, sino las propias ambiciones de los cuatro desdibujados líderes políticos serían diferentes. Y es una pena que las consecuencias de sus aciertos sólo puedan pergeñarse a largo plazo. De lo contrario se entregarían a los mismos desde el primero hasta el último día de su poder. Entre sus errores —múltiples a pesar de lo que pudiera parecer— y sus aciertos —pocos a pesar de lo que cabría esperar—, está nuestro voto. ¿Nos merecemos tanta incertidumbre? ¿Es imposible en nuestro país contar con un líder sólido, transparente, excelente gestor y limpio de polvo y paja? La fragmentación del voto es fruto de su ausencia, de nada más. ¿Se imaginan qué hubiera pasado si Sánchez no tratara de huir cada día de sí mismo y de la sombra de Díaz? ¿Sería capaz Iglesias de ganar unas elecciones sólo con su marca y sin populismo? ¿Podría Rivera reordenar sus bases y crecer progresivamente? Sólo en esos casos otro líder hubiera cantado. Nuestro voto no fue, porque sus errores fueron lo que sus aciertos no. ¡Ay!

Luis alberto Rodríguez arroyo. santo tomás de las ollas