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Publicado por
José María Prieto Serra escritor y experto en márketing y comunicación
León

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L levamos en la sangre la creatividad. No me cabe duda. El problema es que, en ocasiones, no se puede decir que la utilicemos, la creatividad, para hacer el bien. Todo lo contrario.

Hace unas jornadas se han comenzado a publicar noticias sobre la situación de la Caja de ahorros de Castilla-La Mancha, de triste recuerdo para todos. Como es lógico, el ex presidente Hernández Moltó, queriendo justificar lo injustificable de su comportamiento cuando ostentaba la presidencia de la Caja, declaró que su trabajo era de animador socio cultural. Tiene tela marinera. Y se quedó tan ancho.

Da verdadera vergüenza ajena comprobar la cara dura de algunos personajes, cuando se trata de excusar lo inexcusable. Y suele coincidir que lo que intentan justificar estos personajes es, por lo general, aquello que echaban en cara cuando el fallo lo cometían otros. Pero así es.

Todavía recordamos con que desfachatez, Hernández Moltó, exigía a Mariano Rubio, a la sazón gobernador del Banco de España, que le mirase a los ojos para contestar una cuestión. No me retracto. Reitero que da vergüenza ajena escuchar con lo que se despacha ahora este personaje y conviene recordar, ¿por qué no? que su paso por la presidencia de la Caja Castilla-La Mancha, supuso una quiebra total de esa Caja y tuvo que ser «¿rescatada»? previo aporte de mas de nueve mil millones.

Hemos vivido una época de crisis tan dura que cuando hablamos de millones de euros, cada vez nos afecta menos. Nueve mil millones costó la bromita del que quería que le mirasen a los ojos.

Y es que en España, muchas veces nos mueve el rencor. ¿Por qué?. Lo mantenemos ahí esperando la ocasión de sacarlo a pasear y, si hace falta, ridiculizar al vecino, cuando no herirle en su carrera profesional. ¿Acabaremos alguna vez con el espíritu de las dos Españas? Parecía que sí. Pero la realidad es otra.

Se nos tacha de cainistas, de discutidores, además chillando, pero quién y cómo se evita eso. Seguramente con educación pero conociéndonos, no se si eso costaría mucho más.

Ahora que estamos viviendo seguramente el periodo más delicado, políticamente hablando, en nuestro país, ahora, es cuando más episodios están saliendo a la luz, ya sea una caso de corrupción, uno de prevaricación o uno de vaya usted a saber de qué. Por eso digo lo del rencor. Es un arma traicionera válida para humillar y poner colorado, pero no es leal. Calumnia que algo queda. Pero claro, en política vale todo. O eso dicen. Y entonces ocurre que cuesta mucho. Y eso exactamente está pasando ahora.

He querido traer aquí al animador socio cultural, a Hernández Moltó, como ejemplo de lo que hay debajo de las alfombras. La enumeración de toda esa basura pone los pelos de punta y además siendo conscientes que su arreglo no es cosa fácil. Todo lo contrario. A esos asuntos les rodea el misterio, la oscuridad, y los tapujos. Y así no puede ser, no hay forma de que llegue la luz y se arreglen las cosas.

Pero da mucha pena que, en el siglo XXI, en nuestro país sigamos con ese oscurantismo para resolver asuntos importantes.

Algo parecido ocurre con la familia Pujol. Se marea la perdiz hasta límites agotadores, no hay una brizna de aire puro que permita pensar que se está en el camino de arreglar esa vergüenza nacional. Sigue el Sr. Pujol padre, diciendo que el dinero descubierto en Andorra, en Suiza o donde sea, pertenece al legado de su señor padre. Bueno pues al hijo de este señor del legado le hemos estado llamando Molt Honorable durante años y años Estamos locos, claro.

Y así vamos escribiendo la historia reciente de esta España que no sale de una y está entrando en otra. Y mientras tanto nuestros jóvenes echándose las manos a la cabeza, pensando y algunas veces preguntando, en voz alta, qué país se están encontrando para desarrollar su futuro, el de ellos. Dan ganas de llorar si no fuera por qué como decía Camilo José Cela el que resiste gana. Y nosotros, por ahora, estamos resistiendo. A ver qué pasa.

Y mientras tanto, el cambio climático haciendo de las suyas, y la bolsa que es para llorar. ¿Nos falta algo más?

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