Diario de León

Se lo debíamos desde lo de Laika

Publicado por
FRANCAMENTE JUAN CARLOS FRANCO
León

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D esde que los rusos decidieron empaquetar a Laika para que diese vueltas persiguiendo su rabo mientras gravitaba alrededor de la tierra, estamos en deuda con esa especie. Y debe ser por eso por lo que cada vez que se nos presenta la menor oportunidad intentamos congratularnos con los canes. Da igual que sea una imagen bobalicona en uno de esos productos enlatados que pululan por el youtube, al que rápidamente convertimos en ‘viral’, que se nos muestren en una apariencia mortal y amenazada, situación ante la que no dudamos en arriesgar ni medios, ni efectivos a la hora de montar una operación rescate canino.

Desde que tuve conocimiento de la realidad de los últimos días de la primera perra cosmonauta —quien no murió de una forma plácida al ir consumiendo el oxígeno en el bote de albóndigas en el que la empaquetaron los soviéticos, tal y como nos contaron cuando éramos niños, sino,a las pocas horas de vuelo, presa del pánico y víctima de las altas temperaturas que alcanzó la nave— reconozco que a Moro —el perro de la familia— lo miro de otra forma. Y lo peor de todo, es que él lo sabe. Se ha dado cuenta y aprovecha mi debilidad e igual me reclaman la última loncha de la mortadela del bocadillo, que me desaloja del sofá. Me consuela pensar que no soy el único al que esta especie tiene subyugado. Y es que si hay algo que ha salido a flote en las avenidas de agua del Boeza de este temporal que nos ha tocado vivirlo en dos tiempos es esa amistad hombre-perro. ¿No sería para echarse a llorar, si no fuera porque los ríos ya van los suficientemente crecidos, esa imagen de los bomberos —enfundados en mallas de neopreno, pero bomberos al fin al cabo— acudiendo al rescate del can amenazado por el diluvio?

Creo que nuestro sentimiento de culpa por lo de Laika nos está comenzando a pasar factura. Porque sino cómo se entiende que en el naufragio de las huertas de Puente Boeza sólo nos embarcáramos en esta operación canina, abandonando a su suerte a la colonia animal más numerosa en esos territorios. Es cierto que Caponata, además de a Chema el panadero, hizo mucho daño a esa especie... ¡Pero no como para ser tan rencorosos!

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