Diario de León

Publicado por
Venancio Iglesias Martín Catedrático de Literatura
León

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D esde siempre, la gestión de la propia caca parece un rasgo distintivo humano, de tal manera que podría definirse al hombre en paralelo con la definición platónica, «animal que tiene lenguaje», como animal que esconde, regula, gestiona o recicla su propia mierda. Es una de las condenas de la naturaleza y un hecho social incontrovertible. Algo así dice la Crítica de la razón cínica, que una vez he citado con este mismo asunto. Hace unos días Oscar López aseguró que los Civiles iban va a tener que poner una sede permanente en Génova. Sí. La caca se guarda ahora cuidadosamente en los ordenadores hasta que alguien viene y tira de la cadena como en el caso Bárcenas y la valencianada, que Dios confunda y la Justicia no suelte.

Y dicho esto, como dicen los tertuli-anos cuando revuelven el orinal, ya sabe el señor López lo ridí-culo y cínico que resulta el tipo al que se le escapa un pedo anarquista y navajero y mira a todos lados buscando algún culpable. Si usted ve de lejos a un hombre que, sobre la acera, mira precautoriamente para todos los lados, seguro que se está desahogando. Eso le suele pasar a usted, señor López y a todos los portavoces y voceros de todos los partidos cuando se acusan. Ya recuerda usted el viejo «colmo» del cinismo es tirarse un pum en un velatorio y echar la culpa al muerto. Y aquí el muerto es la democracia. Cuando ustedes mismos se denuncian entre ustedes, la patada en semejante parte ya hace tiempo que se la ha llevado la democracia. Además, sumando corrupciones en esa carrera creo que todavía ganan ustedes por media asta.

Una zamorana llamaba trono al orinal, algunos lo llaman taza y vaso de noche. Como se ve también se le puede llamar ‘sede’, que es más ambigua, y donde los partidos sientan su democrático culo. Pero López olvida que la corrupción no es patrimonio de Génova. Allí no tiraron de la cadena como se debe; y, sin escobilla, rastros de caca y aroma de ídem, quedarían en el ordenador. Felicite López a la Udef, en primer lugar, por su estómago resistente a pesar de su fino olfato de perro perdiguero. Censure a Génova y después silbe mirando a la «rosa de los vientos» porque le ha salido una ventosidad poco respetuosa con el medio ambiente general. Vientos pestilentes digo, socialistas de Andalucía, vientos del viceconsejero socialista aragoné; tres mil millones de vientos digo euros, en cursos de formación y otras mariscadas sindicales. Vientos de imputados (300 socialistas, dicen); un tal Ojete, uy, qué tontería, Ojino, digo señor Ojeda ¡perdón, que no quiero molestar a nadie! 52 millones para cursos que no se dieron; un millón ochocientos mil euros del alcalde socialista de Dos hermanas; compra o secuestro del andaluz simpático y jaranero con el invento aquel del PER. ¡Caca! Un amigo malagueño lo decía breve y sin ambages: «aquí güele mu malamente». ¡Como para ver la viga en el propio ojo y creer que es de otro… la viga y el ojo! Los partidos cuando tocan poder y se asientan en él, todos son iguales, tengan la sigla que tengan. Lo dijo Franco que, a lo que parece, también era profeta.

Espantados quedaron Luis Candelas y Luis Bárcenas y la Puyolada con sus cien mil hijos cuando se asomaron a Despeñaperros para escuchar una bonita y alegre canción de los campanilleros andaluces que decía:

Si quieren saber quién «semos»,/ por qué nos llaman bandidos,/ desnuden ordenadores/ y verán qué coprolitos.

Don Óscar, no olvide lo que le digo: cuidado con la rosa de los vientos que es malintencionada y se lleva aromas por doquier y en derredor. Guarden silencio sociatas y pepatas, ciudadatas y podatas, que allí donde sopla un cu… erno, suelen cantar malos vientos. ¡Ah, que no se me olvide!. Coprolitos, son bolitas de mierda fósil.

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