EDITORIAL: Desconocimiento peligroso de la vida rural española

La posibilidad de que el futuro de las diputaciones entre en la negociación de los pactos para formar gobierno ha generado un rechazo total en la sociedad leonesa como era de esperar. El debate no es nuevo ni tampoco que sea Ciudadanos quien intente cuestionar el papel de estas instituciones que desde hace dos siglos se ocupan de realizar una labor subsidiaria en el mundo rural para que todos los ciudadanos reciban unos servicios y cuenten con unas infraestructuras de calidad. Las diputaciones son de algún modo garantes de esa igualdad entre los españoles que proclama la Constitución porque facilitan a todos los habitantes la posibilidad de contar con suministros básicos pero también con elementos fundamentales como puede ser el acceso a la cultura, incluso a través del uso de las más modernas tecnologías.

Es verdad que la administración española está sobredimensionada y que sería bueno aclarar el mapa competencial y organizar las funciones de cada institución, principalmente con la supresión de entes y empresas que duplican servicios. Pero el ataque sistemático hacia las diputaciones choca con la realidad que se vive en España y que establece como una de las prioridades el mantenimiento de la población en el mundo rural.

Si en todo el proceso negociador se están planteando líneas rojas, desde el candidato Pedro Sánchez debería aclararse que las diputaciones no pueden ser moneda de cambio. El PSOE debe buscar el acceso a La Moncloa pero se acumulan excesivas condiciones inaceptables.