Diario de León
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cuerpo a tierra antonio manilla
León

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A yer volví a Platón. No al filósofo discípulo de Sócrates sino a ese personaje que anda por nuestras calles y el que, cuando nos encontramos, me aborda con una conversación vivaracha preñada de ideas estrambóticas aunque quizá no lo sean tanto. Estaba que echaba mixtos por la boca. No por asuntos celestes, es decir, de la provincia para arriba, como la última vez, cuando me dio la receta infalible a aplicar al país para salvarnos de la hecatombe, sino mucho más terrenales, o sea, locales. Pero lo local, como nos dejó dicho el médico y poeta portugués Miguel Torga, al fin y al cabo es lo universal sin fronteras. En todos los sitios cuecen habas.

«Mira a ver si escribes algo de esto, que ya vi que te cundió mi monólogo del otro día. Porque vale que no hay peor ciego que el que no quiere ver, pero es que clama al cielo». No sabía de que me hablaba. Rebobiné, pensando, qué se yo, por ejemplo en los socavones recepcionados por el Ayuntamiento como alcantarillas que adornan la calzada de Mariano Andrés, que se entra en Navatejera circulando y las suspensiones prorrumpen en vítores, o en el parcheado periódico de rueda pinchada que aqueja a Ordoño desde que lo convirtieron en la calle mayor más estrecha de España. Pero no. Platón, como persona cultivada que es, se me fue hacia esa alta región invisible para tantos aunque por fortuna todavía no para todos: la Cultural, ese artículo de lujo.

«Tanto Grial, tanta cuna del parlamentarismo, tanto palacio de congresos, y tenemos a la Cultural en tercera división, que eso de llamarlo segunda B es como decirle tarjeta Black al fondo de reptiles. Mira lo que te digo, y no soy especialmente futbolero, hace más por la visibilidad de una ciudad un comentario semanal en Tiempo de juego que un tenderete plantado un año en la estación de Chamartín… Desde que está meridiano que hemos renunciado a tener tejido productivo, volcándonos en el turisteo, a ninguno de los varios patronatos del ramo se le ha ocurrido que, además de dedicarnos a enseñar el viejo unicornio que tenemos en el jardín, era posible poner a incubar otro huevo. Y ahí tienes a los cataríes, dándole calor. Lo que no sé es si esto es asunto de Turismo o Deportes. ¿Tú que crees?».

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