Caballeros de fina estampa
E stuve en el Ritz para escuchar al alcalde de León exponer su proyecto de ciudad inteligente, en un acto organizado por Nueva Economía Forum. Es el hotel más asociado al refinamiento. Fred Astaire bailó y cantó sus excelencias en una célebre composición. Qué elegancia tenía. Por ejemplo, él jamás hubiese ido en mangas de camisa a ver al presidente de la Metro Goldwyn Mayer. Antonio Silván fue muy bien presentado por el presidente Herrera, porque la amistad es el frac de los sentimientos. Había tantos leoneses que aquello parecía la calle Ordoño, pero también estuvo arropado por pesos pesados del PP, como Ana Pastor o Saénz de Santamaría. Entre las asistencias, me parece justo destacar la del concejal y portavoz del PSOE en nuestro ayuntamiento, José Antonio Diez. La elegancia política es eso, saber ser y estar; como también la tuvo otro socialista, Óscar Puente, regidor de Valladolid. Porque la democracia es estilo, en el Ritz o en el merendero Ramona. Este periódico ofreció un excelente despliegue informativo, lo mío ahora sólo pretende llegar a la crónica de conductas. Silván fue combinando con gran amenidad datos y anhelos. A muchos les pareció que era algo así como su presentación en sociedad. Me gustó que concluyese con una cita de Kennedy, a la altura de las cinco estrellas del hotel: «Un hombre inteligente es aquel que saber serlo tanto como para rodearse de gente más inteligente que él». Y añadió: «por eso sé que os necesito a todos». La humildad es elegante como un sombrero de copa.
Ah, el Ritz. Delicado servicio. Sabrosa repostería. Confieso que cuando Cecilio Vallejo se despistó tuve que hacer esfuerzos para no comerme su croissant. Y qué gran pianista tienen en el salón recibidor. Daban ganas de decirle aquello de «Play it again, Sam», aunque se llamase —pongamos por caso— Manolo.
En estos tiempos crispados, nuestra democracia necesita ese toque de elegancia de conducta que se supo transmitir en este acto, sobre un proyecto de ciudad inteligente: la nuestra. Ahora, a construirla entre todos. No será fácil. Los leoneses no llevamos monóculo. Y al bastón lo llamamos cacha. Pero somos «caballeros de fina estampa». Aquí y allí. Aunque haya quien crea que no se estila.