Diario de León
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en positivo paco balado
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S e cumplen 170 años de la muerte de Enrique Gil y Carrasco y culminan los actos que han conmemorado el bicentenario de su nacimiento. Desde un Congreso sobre el Romanticismo, con sus actas ya publicadas a una ruta por los enclaves bercianos glosados en la obra del escritor villafranquino, pasando por su presencia alegórica como mantenedor del Festival del Botillo de Bembibre, una reedición de toda su obra, el Concurso Nacional de Fotografía del IEB dedicado monográficamente a buscar su huella, una exposición con paneles sobre su vida y obra, otra sobre las ediciones que de su novela El Señor de Bembibre ha ido recopilando durante muchos años el bibliófilo Jovino Andina, en fin, adaptaciones teatrales, conferencias, artículos de investigación, alguno de notable interés y, finalmente, la adición de su nombre al Teatro Villafranquino que tuvo lugar en un sencillo pero bonito acto el pasado domingo.

Las instituciones han realizado un loable esfuerzo y tanto el Consejo Comarcal como los ayuntamientos de Bembibre, Ponferrada y Villafranca han estado a la altura de la conmemoración. La sociedad civil, también. El Instituto de Estudios Bercianos, la Universidad, distintos centros educativos o los medios de comunicación no han ido a la zaga, contribuyendo de manera notable al éxito del proyecto global. Ha sido, en definitiva, un acontecimiento cultural culminado con éxito en el que, a la hora de valorarlo, aparecen muchas luces y alguna sombra que, en ningún caso, oscurece el sobresaliente que se debe dar al resultado.

Ahora lo que procede es no olvidar ni al escritor ni a su obra. Somos muy dados a conmemorar y, posteriormente, a guardar en el cajón los esfuerzos, prescindiendo de ellos. Y, sin embargo, los réditos de una inversión en cultura como ésta no se cobran en el corto plazo. La cultura es un bien superior que requiere tiempo para asentarse en las mentalidades de los pueblos. No es un elemento medible en términos de rentabilidad, de un día para otro. Por eso, no podemos dejar en el olvido el camino andado.

Su obra debe continuar siendo enseñada, leída y representada. Nuestros jóvenes deben conocerla, apreciarla, estudiarla. Son ellos los garantes de que la obra de Gil y Carrasco, sus valores, su prosa, sus versos, sigan siendo referencias culturales del Bierzo o El Bierzo, como gusten, y de que este Año Romántico que ahora despedimos no sea flor de un día.

El mayor éxito sería que, en el futuro, no fuese necesario celebrar sólo los centenarios sino que lo merecedor de ser conservado y adaptado a cada tiempo se convierta, como en el caso de Gil y Carrasco y su obra, en una referencia constante de nuestra identidad. A ello ha contribuido el bicentenario que ahora culmina y de ello debemos congratularnos.

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