EDITORIAL: Sánchez se enroca en mirar atrás en una semana que se aventura estéril
La primera jornada de la sesión de investidura de Pedro Sánchez, en contra de lo que había sido habitual, únicamente incluyó el discurso del candidato. El líder socialista intentó dar una imagen de hombre de Estado, de estadista capaz de ofrecer respuestas a los problemas de los españoles, pero acabó enrocándose en un repaso, conocido por reiterado, hacia el pasado. Y consiguió que al final planease sobre el hemiciclo una especie de debate sobre si Rajoy debía o no continuar en La Moncloa. En cierto modo fue un reflejo de la realidad, porque Sánchez intenta atraer con ese argumento a un Podemos que se le resiste, por la posición intransigente que exhibe la formación de Pablo Iglesias desde que se conocieron los resultados electorales en la noche del 20 de diciembre.
La semana, salvo que surja una sorpresa, será infructuosa y cuando el viernes en torno a las nueve de la noche se formalice la segunda ronda de votaciones no se habrá avanzado nada y España seguirá con un Gobierno en funciones. Eso sí, de momento, se mantiene la duda sobre si Sánchez mintió al rey cuando le planteó que sí quería optar a la investidura al disponer de los apoyos necesarios —a día de hoy no se ha hecho efectivo— o podría faltar ahora a la verdad cuando reclama en la cámara repaldos si es que los tiene negociados a la espera de la segunda votación del viernes.
Es verdad que una buena parte de los argumentos y planteamientos que realizó ante la cámara el candidato socialista podrían ser compartidos por todos los partidos políticos que se encuentran sólidamente en el territorio democrático. Las necesidades de reformas en el sistema no pueden sorprender a nadie y las buenas intenciones sobre la supresión de prebendas para los partidos y la apuesta por cambiar las designación políticas por la meritocracia difícilmente pueden ser criticables.
Pero lo cierto es que quiso llevar ese listado tan lejos que acabó desgranando la actividad del Partido Popular durante la pasada legislatura para someter a Rajoy a una especie de moción de censura tardía, quizá pensando en que en cuestión de semanas pueda llegar otro debate de investidura con el actual presidente en funciones como protagonista. Y en ocasiones cruzó probablemente líneas con las que intentó atraer a las formaciones ubicadas más a la izquierda en el arco político pero que él mismo es conocedor de que a día de hoy son promesas imposibles de hacer realidad.
En el amplio listado de iniciativas incluyó una reforma de la Constitución que supondría un duro varapalo para las aspiraciones leonesistas. Desde las formaciones regionalistas se considera irrenunciable el objetivo de alcanzar la autonomía leonesa. Y Sánchez propone cerrar el mapa de las comunidades fijándolas en la ley de leyes sin alterar la situación actual.
La sesión se reanuda hoy con una jornada probablemente perdida. Ayer todos los partidos ratificaron sus intenciones y Sánchez de momento sabe que no podrá ser presidente.