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flores del mal gonzalo ugidos
León

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E l capitalismo no habría sobrevivido si se hubiera limitado a proporcionar a los ricos los medios para hacerse más ricos; se salvó gracias a un chute de socialdemocracia. Esa intrigante paradoja desnortó a la izquierda. Cuando Zapatero llegó a La Moncloa, José Andrés Torres Mora, uno de los sherpas que le ayudaron a hacer cumbre, le habló de Philip Pettit, un politólogo que había escrito un libro sobre la libertad como no dominación. Constataba el autor que vivimos dominados por fuerzas que escapan a nuestro control y avasallan incluso a los propios gobiernos, incapaces de proteger nuestra libertad. Ante la perplejidad de la socialdemocracia en tiempos en que los conservadores les han birlado el programa, Pettit sugería un horizonte para que la izquierda pudiera volver a ser algo más que un simulacro.

La idea de no dominación es el cabo que lanza Pettit al náufrago socialdemócrata, porque sitúa la emancipación en hacer que los mercados sean más justos y las personas más iguales. Zapatero subió la luz a los viejos e indultó a los banqueros, se ve que no leyó a Pettit, en realidad ZP solo abría un libro los días lluviosos. Tampoco leyó a Tony Judt, pecado tan gordo en un socialdemócrata como que un cuáquero no lea el Deuteronomio. Recuerda Judt que no importa lo rico que sea un país, sino lo desigual que sea y que lo único peor que demasiado gobierno es demasiado poco; recuerda Judt que por muy egoístas que seamos, todos necesitamos servicios cuyos costes compartamos a pachas. Todo eso es ser hoy de izquierdas.

Dice Podemos que el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos no es de izquierdas. Ese diagnóstico derogatorio solo se entiende si defines las palabras como te dé la real gana. En Alicia a través del espejo, Carroll hace decir a Humpty Dumpty que una palabra «significa lo que yo quiero que signifique. Ni más, ni menos». Por eso dice Errejón que «las palabras son colinas en el campo de batalla de la política, quien las domina tiene la mitad de la guerra ganada». Para asaltar los cielos, antes hay que asaltar los diccionarios y hacer que las palabras digan lo que no dicen. Ser de izquierdas significa, desde la Revolución Francesa, combatir privilegios, proteger contra el infortunio y asegurar la igualdad protegiendo lo público. Mucho de eso hay en el documento de PSOE y Ciudadanos.

Dice Monedero que «era más fácil ser de izquierdas en el pasado». Exacto, antes bastaba con leer a Dickens, ahora hay que ser ecléctico en las lecturas, vale leer a Laclau, pero no sin completarlo con Pettit o Judt. Y, desde luego, con Albert O. Hirschman, que postula la libertad para explorar destinos no truncados. Ser de izquierdas hoy es ser ajeno a todo tipo de ortodoxias. Ni Marx ni menos.

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