cartas al director
Siria. Civilización,
cultura y religión
N o podemos perder la perspectiva de que el conflicto sirio hay que situarlo en un contexto de una guerra civil que parte desde marzo de 2011, y donde hay que conocer y entender el mosaico confesional de Siria (sunníes, alauíes —grupo de Al Assad—, chiíes y cristianos) que condiciona las líneas de fracturas y alianzas políticas fundamentales en el mundo islámico. Se puede discernir un panorama geopolítico, económico y bélico donde las posiciones, estrategias e intereses de afán de poder están claramente definidas. Por un lado, el presidente sirio Bashar Al Assad y su aliado Moscú. Por otro, los diferentes grupos rebeldes de la oposición siria: Ejército Libre de Siria (ELS), Jaysh al Islam (Ejército del Islam, el Frente Al Nusra… Y por último, y aprovechando la inestabilidad de la zona, la intervención del grupo discordante terrorista, radical y fundamentalista del mal llamado Estado islámico (ISIS o Daesh). Habría que recordar, que en el antiguo contexto de la Guerra Fría fue determinante el carácter del islamismo político de los diferentes países.
La opinión pública, debemos observar y analizar de forma objetiva que siempre habrá una justificación política para defender cualquier posición. Estamos, exponía Samuel Huntington, ante un «choque de intereses, civilizaciones, culturas y por tanto religiones». En el caso del terrorismo, que muchos se empeñan en llamar religioso, se trata de un terrorismo político donde rige la violencia y el afán de poder. La religión juega un papel motivante, de soporte ideológico, un medio de estructurar sociedades, crear conciencia de identidad y grupo, y lo que es peor, de fanatizar (cuando hay una manipulación sesgada de voluntades).
F. Javier Martínez Espina. león