Diario de León
Publicado por
LA VELETA José María Calleja
León

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H ablan los autodefinidos por su líder como partido que no es de derechas ni de izquierdas, de «violencia política» y «lucha armada», para definir el plan de exterminio que la banda terrorista, felizmente derrotada, puso en marcha para hacerse con el poder. Hablan también de «las violencias» y el «dolor», sin referirse a si es de muelas o al asesinato sistemático de militantes socialistas, del PP, de UCD, guardias civiles, policías nacionales, municipales, ertzainas, militares, jueces, empresarios y otros ciudadanos previamente construidos como enemigos destinados a ser aniquilados en su plan totalitario.

Es curioso el uso de ese lenguaje líquido, prestado por los justificadores del terrorismo, que contrasta con su palabra «cloaca» como epíteto pegado al Estado. Cuando la banda finalmente derrotada asesinó a José Luís López de Lacalle, le preguntaron a Otegi y éste dijo que el asesinato era «la forma que la organización tenía de dar su opinión sobre el trabajo de los periodistas». Era la época en la que los del plan exterminador decidieron que había que silenciar definitivamente a los pocos periodistas que les llamábamos por su nombre y nos atrevíamos a quebrar su hegemonía en el establecimiento de la agenda política e informativa. El plan no admitía denuncias del plan.

López de Lacalle era un hombre de izquierdas, de los que había estado en la cárcel en tiempos de Franco, torturado, y no pudo imaginar que le asesinaría la dictadura de la banda felizmente encarcelada. No fue el único socialista disparado en la nuca por los terroristas: Enrique Casas, Fernando Múgica, Fernando Buesa, Joseba Pagazaurtundua. la lista es larga. Hace ahora 20 años que asesinaron a Francisco Tomás y Valiente, presidente del Tribunal Constitucional, vinculado a Felipe González, y otro socialista, José Ramón Recalde vive herido después de que le pegaran un tiro en la cara. Ahora se cumplen años, ocho, del asesinato de Isaías Carrasco, exconcejal socialista que trabajaba en el peaje de una autopista vasca.

Eran tiempos en los que las pocas Casas del Pueblo existentes eran asaltadas sistemáticamente: la de Rentería (Guipúzcoa), fue destrozada y quemada trece veces. Varios militantes socialistas, como Maite Torrano, fueron asesinados en el asalto de sus sedes, siempre con heridos. El plan de exterminio terrorista construyó en el País Vasco un ámbito escoltado, lleno de miedos, al que costaba vencer al silencio. Los que hemos sufrido las dos dictaduras, la de Franco y la de la banda decididamente derrotada, no podíamos imaginar que llegaría un día en que habría gente que construyera la bisectriz moral que supone hablar como hablan los del partido cuyo líder no se define ni de derechas ni de izquierdas. Claro, es que quieren retener los votos que les dieron los batasunos.

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