Diario de León
Publicado por
la veleta diego carcedo
León

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L as primarias norteamericanas han dado paso del interés político que solían despertar a una pesadilla insólita para propios y extraños. La irrupción unos meses atrás del multimillonario prepotente, bocazas y faltón Donald Trump, muy conocido hasta entonces por sus compañías femeninas deslumbrantes y sus negocios envidiados por la mayor parte de los ciudadanos, causó al principio cierta hilaridad entre quienes reían sus exabruptos xenófobos y la indignación de otros que no aceptaban que invirtiese algo de sus riquezas en frivolizar la política, la convivencia y el prestigio internacional del país.

Aunque las primeras ‘boutaddes’ con que irrumpió en la campaña ya causaron sorpresa, no fue hasta que empezaron a convertirse en votos y enseguida a elevarle a la condición de favorito a las elecciones de noviembre por el partido Republicano. El temor a que pueda acabar ganando la nominación, mostrarse triunfante en medio de la algarabía de la convención y finalmente en candidato e incluso en noviembre presidente de los Estados Unidos, se ha convertido en una alarma social y política. Su imagen y sus principios asustan dentro y fuera. Conociéndole nadie duda de que sólo hablando puede causar daños irreparables a la estabilidad interna y a la paz mundial.

Los primeros asustados son los propios dirigentes del partido Republicano, que nunca han tenido a Trump por uno de los suyos —y de hecho durante mucho tiempo militó entre los demócratas— y menos fiable, más allá de intentar sacarle algún pellizco de sus abundantes millones para financiar campañas ajenas.

Ver cómo el populismo ultraconservador y la demagogia que proyecta sigue incrementando sus adictos, que los resultados que va sumando le distancia de manera imparable de sus adversarios mejor vistos por la ortodoxia del Partido y temerosos, claro, de que competir al final con un candidato tan esperpéntico y tan refractario para las minorías decisivas —afroamericana y latina particularmente— se acabe convirtiendo en un descalabro histórico.

Nadie sabe cómo parar el arrastre que la conjunción de su lenguaje desbocado, la admiración por su éxito en los negocios y el eco que sus bravatas encuentra entre los rescoldos del racismo, la intolerancia más brutal y hasta de las creencias milagreras de bastantes electores que le ven como un Mesías.

La primera amenaza que los expertos destacan es la de un fracaso a la hora de la elección, pero son bastantes los que miran más corto y expresan su preocupación por el efecto que ya causa mantenerle en el primer plano de la actualidad y con la posibilidad, en la que nadie quiere pensar, de verle enseñoreado de la Casa Blanca, convertido en la persona con más poder sobre la tierra.

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