El cuento del modelo productivo
D urante los casi ocho años que estuvo gobernando España el presidente socialista Zapatero, oímos en multitud de ocasiones la necesidad de que en España se produjera un cambio en el modelo productivo. Pensaban entonces y ahora, ya que Pedro Sánchez insiste en su programa, que la economía española se merecía algo más que un modelo económico basado en el ladrillo y el turismo. Cierto que durante muchos años, el sector de la construcción pesaba mucho en nuestro PIB y que su crecimiento exponencial estaba basado en una burbuja de construcción y de precios.
Sobre el turismo siempre ha pesado el sambenito de que nos convertía en los camareros de Europa. Hoy, gracias a Dios, el turismo es nuestra principal fuente de riqueza, nos visitan cerca ya de 70 millones de personas de todo el mundo y nos dejan divisas por valor cercano a los 70.000 millones de euros.
España está, entre otras cosas, en el mapa del mundo por su belleza y competitividad, relación calidad-precio. En cuanto a la construcción, la crisis ha puesto las cosas en un sitio razonable. El sector se limpió de los menos profesionales, los precios han caído significativamente y más o menos la compra-venta se va acoplando. Lentamente, pero lo va haciendo.
Quiero decir que el cuento del cambio del sistema productivo no es algo que deban hacer los gobiernos. No se hace por decreto-ley. Ya hemos visto cómo en España en unos casos por la crisis, en otros por el buen hacer, el modelo productivo no tiene nada que ver con el de los años de la llamada «bonanza».
No se ha necesitado la mano del gobierno en este menester. Han sido los propios empresarios los que han ido adaptándose a las circunstancias y se han buscado la vida, haciéndolo mejor y saliendo al exterior. Es el caso del sector agroalimentario y concretamente el hortofrutícola. Pocos saben, por ejemplo, que los empresarios agrupados en Proexport, los primeros productores de Europa de brócoli y alcachofa, que se producen en tierras de Murcia y Alicante regadas por el trasvase Tajo-Segura, están cerrando acuerdos con Estados Unidos o con la cadena de supermercados Edeka de Alemania con más de 12.000 establecimientos.
Acuerdos que garantizarán o incluso incrementarán los cerca de 30.000 empleos con que cuenta esta Asociación de Exportadores. España es hoy la huerta de Europa y lo es, a pesar de las trabas que se les imponen a estos empresarios en el uso del agua del trasvase Tajo-Segura, que es para producir alimentos, y por la que pagan la tarifa más cara de España.
Son casos de éxito en los que razones política que tienen que ver con la insolidaridad interregional, entorpecen más que ayudan.