Habrá que verlo para creerlo
A la velocidad que avanzan los acontecimientos, a estas alturas se daban completamente por amortizadas las inequívocas responsabilidades políticas de cuantos, de una u otra forma, abocaron a su liquidación a las antiguas Cajas de Ahorro. Los de la vieja política, todos en mayor o menor grado corresponsables, lógicamente no han hecho otra cosa que mirar para otro lado desde que se consumó el desastre. Aunque, eso sí, cruzando los dedos para no verse implicados en ninguna causa judicial como la que ha concluido con la condena del ex presidente de la Caja de Castilla-La Mancha.
En esas estábamos cuando Celestino Rodríguez, máximo responsable del PSOE leonés, ha sorprendido a propios y extraños (sobre todo a los primeros) suscitando la necesidad de depurar dichas responsabilidades. Cierto es que la puesta en venta por Unicaja de una buena parte del ingente patrimonio inmobiliario heredado de Caja España y Caja Duero ha permitido visualizar el alcance de la almoneda. Aquellas pujantes entidades de ahorro son hoy meras sucursales de un grupo bancario andaluz que, tras quedarse a precio de saldo con la marca y la clientela, se dispone a hacer caja con su antiguo patrimonio. Y la misma o peor suerte corrieron las otras cuatro cajas de Castilla y León, todas ellas arruinadas por la nefasta gestión de sus directivos y administradores.
La piedra lanzada por Rodríguez sobre ese cenagoso estanque ha servido en bandeja a Podemos la iniciativa de solicitar una comisión parlamentaria de investigación sobre un asunto que no figuraba en ninguna agenda política. Nadie recordaba que el PSOE había llevado esa comisión en el programa electoral, tal como se ha apresurado a subrayar su secretario autonómico, Luis Tudanca, quién desde luego no había movido un dedo por constituirla.
Los que me imagino que no saldrán de su asombro son los insignes compañeros de militancia de Rodríguez y Tudanca que compartieron plenamente con el PP el manoseo político que condujo al fatal desenlace de las extintas cajas. Desde el senador autonómico y portavoz en la Cámara Alta, Óscar López, corresponsable con Juan Vicente Herrera del fiasco en que derivó el pretendido «músculo financiero», a los demás correligionarios que, sentados en los consejos de administración, permitieron, ya fuera por acción o por omisión, el desplome de las cajas. Deben de estar que lo flipan ante semejante «fuego amigo». Lo mismo que el PP, que, a expensas de la deriva judicial del «caso Santos Llamas», en lo político pensaba que el desaguisado había quedado archivado a beneficio de inventario. Y hay que frotarse los ojos para creer que dejará de ser así.