Diario de León
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AL TRASLUZ EDUARDO AGUIRRE
León

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En un quiosco, leo el siguiente titular en la portada de Interviú: Política y verdad no son compatibles. Lo afirma Juan Carlos Monedero. A Pedro Sánchez le pasa igual con el morado y el naranja, no ve la forma de combinarlos. Pero el caso de Monedero resulta más problemático pues forma a futuros politólogos, algunos de los cuales serán dirigentes. Él mismo fue uno de los fundadores de Podemos. Y elabora informes para dirigentes extranjeros, cuyos párrafos cobra a precio de caviar ruso. Es un hombre inteligente, al que se le nota que está acostumbrado a examinar, más que a examinarse. Como a otros, el ego no le deja ver el bosque. «Pablito ha envejecido en estos dos años», asegura en la entrevista. También José María García llamaba «Pablo, Pablito, Pablete» al presidente de la Federación Española de Fútbol. No obstante, según un estudio de la Universidad de Harvard, gobernar envejece más que quedarse en la oposición. Luego está el factor «maracas de Machín», que permite al actual dictador de Corea del Norte tener cutis de chaval, mientras que a los demás nos salen ojeras al verle jugar con los misiles. Pero si Monedero no cree que política y verdad sean compatibles, entonces, ¿sobre qué valores considera que debe regularse la democracia? A lo mejor lo explica, pero sólo he leído párrafos que ofrece la revista en su versión digital. Antes la leía en la peluquería, ahora lo llevo largo y las puntas me las recorta mi señora.

Metros más allá del quiosco, alguien que en la calle acepta ayuda con la que ir capeando la existencia me pregunta: «¿Cómo es el Ritz?, por una columna sobre la conferencia que el alcalde, Antonio Silván, impartió en dicho hotel, presentado por el presidente de la Junta. Tras explicárselo, me hizo otra pregunta más: «¿Y como es Herrera?». Lee el periódico y está enterado. «Creo que buena persona», le dije. Entonces, con sonrisa franciscana, quizá aprendida en la cátedra del dolor, añadió: «Eso me parece también a mí».

Me alejé desconcertado y conmovido. En el corazón del humilde, política y verdad son compatibles. ¿Por qué no han de serlo? Somos nosotros, los teóricos de la vida quienes ignoramos lo que más importa, las grandes verdades de la calle.

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