Diario de León
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en blanco javier tomé
León

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Érase una vez un lugar entrañable y muy vivo, la Bodega Regia, que el día 17 de marzo de 1956 abrió sus puertas en la plaza de las Tiendas, llamada más tarde de San Martín y epicentro en nuestros días del célebre Barrio Húmedo. Aunque el azar suele ser caprichoso y hasta cruel, los dioses de los fogones han querido que este establecimiento con mucho encanto por metro cuadrado, sito ahora en la castiza calle Regidores, haya cumplido las 60 primaveras y siga como una rosa. Un reino de olores y sabores ligados a la memoria donde se ha condimentado, y nunca mejor dicho, el puchero de la vida leonesa.

Y a los mandos, aunque dejando el primer plano para la nueva generación que ha tomado las riendas del negocio familiar, el impagable Marquitos, un apóstol gastronómico en cuya mirada reluce un brillo de empatía y nobleza casi evangélico. Hay gente buena, mala y mediopensionista. Pues bien, Marcos Vidal, el último gran tabernero capitalino, pertenece a la primera categoría, la de las personas que conocen a la perfección el secreto del tono justo y la corrección social. Rara avis entre el mamarracherío imperante.

Equipado con los Ronchitos que reparte a discreción, dulce símbolo de lo leonés que se inventó mi tío Ángel Santos, Marquitos ha demostrado que el genio consiste en la paciencia y la perseverancia. Y así, con el más elemental buen sentido, ha dado forma a un templo culinario característico por especialidades que convierten lo cotidiano en refinado y lo tradicional en elegante. Recetas populares interpretadas con criterios contemporáneos que suponen el andamiaje de su filosofía gastronómica, ajena a pamplinas y descabelladas moderneces. Alcanzar la excelencia está al alcance de muy pocos, pero la Regia ha superado el listón con solvencia, como prueba la extensa nómina de personajes de relumbrón que han pasado por sus salones para disfrutar de un trato impecable, excelentes materias primas y mucho arte para hacer las cosas. Por ejemplo, esas santas croquetas que son santo y seña de una casa tan querida como la de Marquitos.

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