cartas al director
El Manasul se
queda huérfano
S ecundino Escudero pasará a la historia como el artífice de la primera multinacional española de plantas medicinales. Junto a su hermano Pedro fundó en 1956 Infusiones La Leonesa, una pionera empresa que puso los cimientos del desarrollo industrial en el sector de las infusiones. En la España del racionamiento y la autarquía apostó por la producción autóctona estandarizada y una comercialización intensiva que pronto haría de sus infusiones productos populares en toda la península, en especial el Manasul, un adelgazante natural con el que supo prever las tendencias de consumo ligadas al cuidado del cuerpo, la salud y la belleza.
Oriundo de la remota aldea de Salientes, en lo más escondido del Alto Bierzo, Secundino Escudero fue un niño pastor y agricultor que desarrolló en su infancia una marcada vena comercial. Se le conocía como el «chaval de los siete oficios»: segó cosechas y ordeñó vacas; vendió leche y pieles; ofició como tratante ganadero junto a su padre; abrió un estudio fotográfico; puso una ferretería y un estanco; distribuyó productos fertilizantes y agroquímicos entre los hortelanos leoneses antes de su aventura en la industria.
Fue un trabajador infatigable que a comienzos de los 70 no dudó en promocionar sus infusiones fuera de nuestras fronteras cuando prácticamente nadie lo hacía. Viajó por todo el mundo llevando el Manasul a Chile —donde abrió una filial— Brasil, México, Estados Unidos, Japón… Reinvertía beneficios en la modernización de maquinaria e instalaciones y en la creación de cientos de puestos de trabajo.
Ponferrada fue la ciudad donde quiso vivir y que ayudó a desarrollarse. Empresario inquieto y valiente en 1982 promovió el hotel Bergidum. En la construcción destacó como promotor del edificio Santiago en la avenida de la Libertad, y del Residencial Europa, con sus tres torres acristaladas en La Rosaleda. Alejado de la cultura del pelotazo, optó por limitar los beneficios y salvaguardar la reputación y la calidad. Tuvo el tiento de frenar sus operaciones inmobiliarias antes del batacazo del ladrillo.
Nunca abandonó su fe en el poder curativo de las plantas. Supo extraer esta riqueza del Bierzo, su amada tierra que había atraído hasta entonces a buscadores de oro, pastos fértiles, carbón y energía eléctrica. Socio de la Ponferradina, cofundador de la estación de esquí del Morredero, habitual desde sus orígenes del Club de Tenis, ha contribuido a potenciar la imagen de Ponferrada como polo de innovación con Pharmadus (Procesos Farmacéuticos Industriales) a cuyos laboratorios dotó de tecnología de vanguardia y técnicos altamente cualificados. Hoy es su hija Beatriz la que tiene el reto de dirigir esta firma con el éxito y la seriedad profesional que distinguió a su padre.
Sociable pero reservado, Secundino prefería escuchar antes de hablar. Era juicioso y observador. Como emprendedor fue valiente y decidido, metódico y disciplinado. Se enorgullecía de que sus clientes se convertían en sus amigos. Hizo de la honradez y la fiabilidad sus enseñas, y del trabajo duro su verdadera política. Cariñoso y afable hasta la ternura, su familia fue su refugio, y su mujer Almudena el pilar de su existencia. Se ha ido un gran hombre pero queda entre nosotros su ejemplo, personificado en sus hijas María del Mar, Beatriz y Marta. En la cima del Tambarón, donde levantó dos grandes montículos con sus manos reposa el espíritu de Secundino. Descanse en paz.
JUAN AREA. PONFERRADA