Diario de León

SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS ?ARTURO PEREIRA?

El juez de la horca

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

L os recientes atentados de Bélgica ponen de manifiesto, entre otras muchas cosas que deben ser reflexionadas detenidamente, como no ha sido efectiva la integración bidireccional entre la cultura propia del país anfitrión y aquellos que pertenecen a una cultura muy diferente como es la cultura musulmana. Me refiero a integración de culturas y no de pueblos. No se trata de analizar las relaciones entre unos terroristas, que suelen incluso tener la nacionalidad del país en el que atentan, con los ciudadanos o residentes en ese país quienes tienen diferentes culturas. Se trata de analizar la relación entre dos culturas que llevan enfrentadas siglos. Spengler entendía que primero es la cultura y luego esta marca las relaciones.

Para un autor como el citado quien consideraba que Occidente caminaba a su ruina, debe hacerse la observación que esta afirmación la realizó en el primer cuarto del siglo XX, los pueblos pasan pero las ideas permanecen mucho más tiempo configurando la estabilidad de una cultura.

En su obra La decadencia de Occidente, una de las cuestiones que analiza es el origen del derecho. Diferencia claramente entre el derecho romano y el derecho árabe. El primero eminentemente práctico, creado para el individuo. El segundo es un derecho creado para la comunidad donde es una parte del todo político-religioso y jurídico. Este es un aspecto clave para entender el por qué resulta tan difícil la integración de ambas culturas.

El derecho es una manifestación más de cómo se interpreta la vida por una sociedad. Es una manifestación de la cultura y rige las pautas de conducta de aquellos que están obligados a cumplirlo. Consecuencia de esto, si dos derechos que son opuestos en cuanto a sus principios básicos, como es el derecho que podríamos calificar genéricamente como occidental y el árabe, entran en conflicto hacen prácticamente imposible una integración real y sincera de ambas culturas.

Se alude a la prostitución del mensaje del Islam cuando se fundamentan y justifican los atentados terroristas en su nombre. Puede ser, pero lo cierto es que la cultura islámica es radical e intolerante en ciertas materias que impiden el relativismo necesario para pactar normas de convivencia que no atenten contra los derechos, por ejemplo de los ciudadanos europeos que no son musulmanes.

Mientras por un lado se mantienen posturas intransigentes por un sector del Islam, incluso frente a aquellos que no son mayoría religiosa en sus territorios como los cristianos a los que están exterminando u otras minorías con las que hacen lo mismo, los europeos nos hemos instalado en una lucha estéril sobre nuestra identidad. Tal postura carece de sentido. No se puede reescribir permanentemente la historia. La razón es obvia, los hechos históricos fueron lo que fueron, se pueden interpretar, sin lugar a dudas, generalmente en función de nuestros intereses, pero la realidad es que la cultura europea existe y tiene las raíces que tiene. Si renegamos de ese origen y dudamos de nuestra esencia, al tiempo que se nos intenta imponer una cultura opresora por la fuerza, no hace falta ser muy inteligente para darse cuenta que el futuro no será nuestro. Dejaremos de ser dueños de nuestro propio destino. Tras dos guerras mundiales, millones de muertos, Europa no quiere más conflictos armados. Es lógico. Pero, no basta con que Europa no quiera guerras si tenemos el enemigo en casa. Los europeos hemos perdido un poco el norte y estamos en proceso de descomposición cultural. Quizás sea necesario e inevitable como algunos autores afirman, que antes de un renacimiento tiene que haber necesariamente un caos y degradación total.

Nosotros mismos nos estamos poniendo la soga al cuello flagelándonos permanentemente con nuestras reflexiones sobre si somos lo suficientemente condescendientes con aquellos que no nos permiten vivir en paz fruto de su fanatismo cultural. Somos nuestros propios jueces de la horca.

tracking