Diario de León

TRIBUNA

De aquellos barros, este lodazal

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pedro rabanillo martín
León

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L a crisis político-institucional por la que está pasando este país, se ha venido gestando desde el comienzo del segundo ciclo de acoso al señor Rajoy. El primero se dio estando en la oposición, con los ‘cinturones sanitarios’, pacto de Tinell, Perpiñán, y otros malditos contubernios, pergeñados cínicamente desde significadas instituciones, con solapadas intenciones de involucionar un proceso de cambio que comenzó a partir del cese de Rodríguez Zapatero en la Presidencia del Gobierno.

Para justificar esta opinión traigo el recuerdo del extinto don Manuel Martín Ferrán, gran periodista y escritor. Como columnista de ABC haciendo alguna de las críticas a Zapatero por alguna truculencia, al final el que llevaba «estopa» a diestro y siniestro era Mariano Rajoy, en la oposición. Las hemerotecas pueden dar fe de estos hechos. No me los invento. Estos detalles eran síntoma de lo que se «cocía» en torno a una excepcional persona, gran político y erudito en administración.

Al señor Rajoy no se le ha perdonado haber ganado las elecciones de 2011 por mayoría absoluta, y presentar un programa que no pudo cumplir debido a la ruina monumental que se encontró al llegar a La Moncloa. Ese enorme desbarajuste contable, hipotecó toda su atención y la de su Gobierno. Los detractores ‘profesionales’ no le han perdonado lo que estúpidamente han venido calificando de falta de comunicación con la sociedad.

Como humilde ciudadano de esta España, nunca he entendido las críticas tan aberrantes que se han hecho al presidente, olvidando el caos económico que recibió, además de los baldones de la Gurtel, Bárcenas, Rato, Granados y el desmadre de Valencia. De estos basureros de la corrupción, deben dar cuenta quienes hayan cometido tales delitos. Y la Justicia debe de ser implacable y hacer que los saqueos vuelvan a la Caja Común con sus intereses, amén del estigma moral para los delincuentes. Por tanto, son irracionales las acusaciones de hacer responsable al señor Rajoy por oscuros intereses de quienes se les haya «torcido» la esperanza de medrar en la política, o los que hayan sido «tocados» por una obligada austeridad y consiguientes recortes salariales, y otras funciones de obligado cumplimiento.

Tenemos un hecho irrefutable en el que destacados analistas han venido pidiendo, sin tregua, independencia para la Justicia, cuando este Gobierno ha demostrado un tangible respeto, dado que tal actitud les ha desbordado hasta el extremo de aguantar varapalos de las imputaciones a sus militantes, aun siendo falsas. El exceso de complacencia con el deber les ha costado deterioros irreversibles.

Uno de los argumentos que han influido de manera determinante, ha sido el estado de ánimo que llevó a las asociaciones de víctimas del terrorismo y simpatizantes a desentenderse del apoyo al símbolo de la gaviota, considerando que no prestaron la debida atención a la infame y urgente excarcelación de asesinos etarras (léase doctrina Parot) y caso Bolinaga, por injustos procedimientos de insensibles fiscales y magistrados.

La controvertida Ley del Aborto, al anular el plan Gallardón y su cese sin esperar a que el Tribunal Constitucional se pronunciara sobre la recurrida Ley Aido, produjo paroxismo y estupor inconcebibles. En las celebradas manifestaciones antiabortistas, se dieron avisos inequívocos de no votar al PP si no eran cumplidas las promesas electorales. De ahí la constatación de los resultados en las urnas.

El firme propósito de las organizaciones emergentes, en connivencia con el principal partido de la oposición, de hacer responsable al señor Rajoy y su Gobierno de una descomposición político-administrativa (no existente), auspiciada por el maldito tema de la corrupción, y manipulada cínicamente por profesionales y medios de comunicación, han conseguido provocar instintos de rebelión pasional en una sociedad, ejemplo de solidaridad y convivencia, por el dignísimo lema que nos otorgó la Constitución: la pacífica transición.

El síndrome del no que padecen los insurgentes, y el visceral Pedro Sánchez ante la perspectiva de llegar a la Presidencia del Gobierno, negando la participación del PP en un pacto de consenso razonable y garantista, excluyendo a los antisistema y separatistas, no tiene otro objetivo más bajo y ladino que evitar que Rajoy pueda demostrar que acabar con la crisis y seguir creando empleo a buen ritmo, son hecho incontestables. La igualdad que vociferan, solamente se consigue con puestos de trabajo dignos, no con miserables subvenciones.

El órdago que esgrime Pedro Sánchez resulta desafiante para los principios fundamentales por los que se rige esta sociedad. El Partido Socialista, baluarte de la democracia y enseña nacional durante 137 años de existencia, no puede permitirse el desdoro que le acarrearía tal decisión. El interés personal no puede primar sobre la dignidad del partido que representa y la lealtad a España al albur de un gobierno populista-antisistema, condenada a practicar la «doctrina» de falsos «redentores».

El nuevo esbozo de corrupción en Valencia, ya esgrimido con anterioridad, viene a incrementar la incertidumbre y a certificar la continuada conspiración que se vierte contra Rajoy, al que se le ha prohibido defenderse con él «y tu más». Los «eres» y otras secuelas, son de otra galaxia. Personas e instituciones con bajos instintos morales e intereses golpistas, polarizan la pérfida intención de alterar el orden constitucional.

Si analizamos con frialdad este conflictivo desentendimiento, tendríamos la lapidaria frase que da título al escrito, «De aquellos barros, este lodazal».

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