Entre las mejores universidades de España

L a novelista, ensayista, arqueóloga e historiadora francesa Fred Vargas dejó escrito en su libro Bajo los vientos de Neptuno la siguiente sentencia: «Con las palabras podemos jugar como con las cifras, hacerles decir lo que deseemos. Pueden retorcerse hasta el infinito», y algo de esto se ha hecho en los últimos días con las informaciones sobre un ránking sobre universidades que algunos han querido ver como la forma de desprestigiar a una de las mejores universidades de España, y me refiero a la mía, la de ustedes queridos lectores, la de León.

Lo primero de todo es indicar que los ránkings, sean de universidades, de ciudades, o de restaurantes, no son verdades ni absolutas, ni objetivas, ni mucho menos fiables. Responden al interés de quien los elabora, y a los criterios que se utilizan para realizar la clasificación. Si lo que importa es la cercanía al mar, Madrid siempre estará peor que Cartagena, pero si lo que prima es, por ejemplo, las comunicaciones, será esa ciudad costera la que saldrá perjudicada en la valoración.

¿No hay que hacer caso a los ránkings? No es eso, tampoco se trata de ignorarlos, o mirar para otro lado. Lo correcto es analizar los datos, dar el justo valor y en su caso actuar en aquellos aspectos que se entienda que pueden ser mejorables. En mi modesta opinión, lo más adecuado es tomar con buen humor los que nos favorecen, y no llevarnos malos ratos con aquellos en los que salimos mal parados.

En fechas recientes, el ránking de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas ordenó a las universidades españolas en once escalones. En el primero colocó a una sola universidad puntuada con un 1’6, en el segundo a tres con 1’4 y en el tercero a cuatro con 1’2. La Universidad de León está con otras siete en el octavo cajón, con una puntuación de 0’8. Pero es bueno tener presente que con muy poquito más, sumando tan sólo un 0’3, solamente sería superada por 15 de las 61 universidades estudiadas.

¿Cómo lo hemos de tomar? Muy fácil, lo correcto es pensar en positivo y huir de actitudes derrotistas. No hay que tirar la toalla, sino secarnos con ella el sudor y redoblar el esfuerzo para hacerlo mejor, porque no hay significativas diferencias, y una pequeña mejora hará que subamos como la espuma en ese ránking.

Hemos de pensar que tenemos una gran universidad, con un estupendo profesorado, magníficas instalaciones, y centros y titulaciones de auténtica referencia. Además hay un argumento incontestable, una certeza que se refleja en nuestros alumnos, que no es otra que la realidad de que al concluir sus estudios cosechan numerosos reconocimientos y éxitos fruto de la excelente formación recibida.

Me dirán ustedes que muchos se tienen que marchar fuera, y tienen razón, pero no es función de nuestra universidad crear empresas o generar tejido industrial, (aunque también se contribuye a ello), sino formar profesionales competentes y de valía, que sean capaces de triunfar, sea en León o en cualquier otro lugar.

Hace apenas unas semanas, la Agencia de Seguridad Alimentaria Europea (Efsa) admitió a nuestra universidad como entidad competente, reconocimiento que en España ha sido conseguido por muy pocos organismos o entidades, todos ellos de gran prestigio.

También recientemente se hizo público un estudio elaborado por el Instituto Nacional de Estadística, e insisto en lo de estudio porque me parece mucho más serio y fiable que un ránking, más aún si nos fijamos en la entidad que lo elaboró, en el que se situaba a nuestra universidad en el primer puesto a nivel de la comunidad autónoma y el quinto en todo el estado, en el apartado denominado ‘esfuerzo en I+D interno’, que cuantifica el presupuesto que se destina a proyectos de investigación.

Entonces, ¿en qué quedamos, somos tan malos o somos de los mejores? Yo no tengo ninguna duda: podemos mejorar, y ese ha de ser nuestro objetivo cada día, pero somos una gran universidad, de la que todos, alumnos, investigadores, profesores y personal de administración y servicios nos podemos sentir orgullosos.

Quizá fuera bueno que se pusiera el mismo interés y el mismo espacio en los medios de comunicación en el momento de informar de nuestros méritos, y también que todos fuéramos los primeros en defender lo nuestro y hacernos eco de nuestros logros, y no tanto de nuestros fallos. No caigamos en el desánimo o el derrotismo, no nos empeñemos en destacar nuestros defectos, que claro que los tenemos, al igual que el resto de las universidades. Ese no es el camino.

Aunque hay quienes se empeñan en lo contrario, no hay ránking más fiable que la realidad, y los hechos indican que la nuestra es una gran universidad. Por eso, por encima de cifras, estadísticas, datos y discusiones inútiles, lo que nos corresponde, lo que hemos de hacer para ser cada día mejores se resume en tres palabras: trabajo, trabajo y trabajo.