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Publicado por
en blanco javier tomé
León

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N o es plato de mi gusto hablar del tema, pero a la vista de los últimos cruces de datos y estimaciones económicas el horizonte de vivir se presenta cada vez más difícil, ya que nos han hecho añicos la liturgia de la esperanza. Y puesto que la verdad nunca prescribe, ahora resulta que lo peor de todo es todo, pues el presunto plan maestro de Rajoy, cuya filosofía se basa en los recortes y la austeridad, acabando de paso con la digna y actualmente menesterosa clase media, ha incumplido siempre los preceptos llegados desde Bruselas. Un absoluto descontrol de las cuentas que lleva, por ejemplo, a que el gasto público supere a los ingresos en 56.000 millones de euros y la deuda externa alcance los 1,8 billones. Incluso los expertos menos pesimistas se echan las manos a la cabeza, pues la mayor subida de impuestos de la historia decidida por el Gobierno no ha conseguido tampoco equilibrar el déficit de la Seguridad Social, poniendo en riesgo para las generaciones futuras la cada más paupérrima hucha de las pensiones.

Un desastre de proporciones mayúsculas, vamos, impensable en el que siempre se ha presentado como partido serio y responsable. ¡Por lo clavos de Cristo! Y si mal augurio tiene la cosa para el país en general, qué se puede decir de nuestro arruinado León, una ciudad donde ya se pelea hasta por las sobras. Los números son tristemente reveladores al respecto. Desde el crucial año 2008, la mitad de los jóvenes se han ido por falta de oportunidades laborales, y entre los que se quedan tan solo un 55% tiene trabajo, casi siempre cutre, temporal y precario. No hay más que darse una vuelta por el centro comercial o por cualquiera de los barrios, todos ellos adornados por ese desconsolador cartel de «Se traspasa» que algún cínico sugiere que se añada al escudo provincial a modo de declaración de intenciones, sustituyendo al venerable y clásico león rampante. Así lo impone la cada vez más devaluada ley de la calle, porque lo cierto es que nos han tomado el moño en condiciones. ¿Y el futuro? Pues mantenernos a la saludable dieta de pan y fútbol.