Los clubes tienen que implicarse con el deporte limpio
El fútbol base leonés vivió este pasado fin de semana otro episodio inaceptable. En un partido de alevines —niños de diez años— se produjo una agresión al árbitro. Pero lo ocurrido es si cabe más lamentable porque la víctima es también un chaval, en este caso de 15 años.
El esfuerzo realizado desde el Colegio de Árbitros en los últimos años ha conseguido atraer a un buen número de chicos para conseguir que hoy todos los partidos tengan un colegiado imparcial. Hace apenas media docena de años esto no era posible y eran los delegados de los equipos locales los que dirigían los encuentros de los más pequeños. Si se generalizan los incidentes en los partidos parece lógico que los propios chicos, pero también sus padres, se muestren reacios a participar en el fútbol como árbitros.
El padre que protagonizó el incidente ha pedido disculpas directamente al muchacho de 15 años y a su familia. La mediación del Colegio de Árbitros facilita esta vía para conseguir que el episodio no trascienda de lo deportivo.
Pero en todo esto existe un factor que es muy preocupante y es la participación real de los equipos. Es verdad que es imposible que puedan controlar lo que hace cada una de las personas relacionadas con sus equipos. Sin embargo no siempre actúan con toda la cautela que sería exigible. El sábado, en este Ejido-La Bañeza una persona acudió con una ficha de delegado que no le correspondía. Y el chico de 15 años tuvo que hacerse fuerte para impedirle sentarse en el banquillo. Los clubes son los primeros que no pueden participar en ningún tipo de trampa. Aunque sea por la ejemplaridad que hay que exigirles ante sus propios jugadores. El deporte limpio requiere el esfuerzo de todos. Y con la violencia, tolerancia cero.