Diario de León
León

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Lo mejor del próximo recorte que experimentará la representación de León entre los padres patrios, con derecho a sillón en la carrera de San Jerónimo, tablet y billete en preferente de gañote, es el jaleo que va a preparar entre los especialistas demoscópicos, que lo mismo se aproximan a una quiniela de catorce que se enfangan con la ley D´Hont, esgañados porque el voto de doscientos mil leoneses que se contaba como los volquetes de putas de aquel político de Madrid ahora se reparte en frascos de azafrán y esencia de Chanel. La rebaja es otra historia de fracaso común, un naufragio transversal que implica desde los ciudadanos de a pie a la casta aristocrática y a la burguesía acomodada que lleva treinta y seis años con estímulos para sostener un sistema que anunciaba el despeñadero; unos, por dejarse convencer con la facilidad que se engatusa a una mosca con melaza; otros, alentar una destrucción irremediable. Los afectados, al fin, por enrocarse en castilletes alejados del interés general. Era previsible; fuera minas, fuera empleo, fuera gente, fuera niños, fuera empresas, fuera leche, fuera industria, fuera jóvenes. Ahí está el siguiente escalón del juego nefasto de verdad consecuencia: sobran personas, sobran políticos. Va a haber elecciones en junio con un número menos para el sorteo. En medio de esa carrera de paños que se utilizan desde que tenemos uso de razón para atenuar los golpes y hacer del no pasa nada el lema de cabecera, contagiados por esa sensación de euforia que arrastra el hay liga, aunque no haya trabajo, es posible que se geste una explicación positiva del fenómeno que ha llevado a León a pasar de poder elegir 5 (que eran 6 antes de que amaneciera el estado autonómico) a 4 señorías. No extrañe que se cante como un pase a semifinales. León mete a cuatro representantes en el tramo final de la competición para que se batan el cobre en Congreso, dirán los líderes de opinión de esa secta de jerarcas que trampean la historia para que no se entienda por qué en la época más próspera para el país (con González y Aznar y el Zapatero del día antes de la alianza de las civilizaciones) la provincia no acertó a salir adelante ni por el hueco de la gatera. Quedan cuatro y sólo puede quedar uno; final al estilo Macondo; el último nacerá con rabo porcino, como el Aureliano que parió Amaranta Úrsula.

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