Diario de León

Paz en las calles y en las sepulturas

Publicado por
FRANCAMENTE JUAN CARLOS FRANCO
León

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D ejemos que los muertos descansen en paz. Sentencia de quien se ha cansado de que se mente a su padre cada vez que toca gesta en el Bernabeu. Palabras que, igualmente podrían haberse pronunciado ayer en cualquier punto de la geografía comarcal en donde se ha dado por reivindicar a las personas que trajeron, lucharon y hasta murieron por la Segunda República.

Dejemos a los muertos descansar en paz. Una orden más que un ruego de quien, a buen seguro, tiene los restos de todos sus progenitores reposando en panteones decorados con mármoles caros en vez de en vertederos.

Por qué nos molesta más los gritos y los gestos que reclaman dignidad que los silencios de quienes aprovecharon la oportunidad para saldar cuentas, y cobrarse vidas. Por qué sigue siendo motivo de controversia un monolito en la plaza del pueblo, cuando en el pueblo se suceden monolitos y peanas por todos los rincones. De bustos de pioneros de la economía comarcal y regidores propios a esculturas conmemorativas de históricas refriegas internacionales. Esculturas en las que igual se pone de realce la vinculación de la riqueza local al mundo del campo, como se hace referencia a los estragos que causó la droga entre una generación de jóvenes de la localidad mientras descubrían, torpemente lo que era la ‘movida’ en su máxima expresión, aquí en el extrarradio.

Pero si por ser, hasta recuerdo que la villa fue pionera en su declaración como municipio desnuclearizado (cuando la sociedad se dividía entre partidarios y detractores de la OTAN), no dudando en reconvertir un cartelón recortable con la figura de un seiscientos colocado a la entrada del pueblo —éste a diferencia de los toros de Osborne, no fue indultado y terminó comido por la herrumbre y las ranas en San Bartolo—.

Pero si hasta un alcalde comunista ha sido el pregonero de la Semana Santa local...

Puede haber mejor ejemplo de que cualquier tema puede ser tratado sin rasgarnos las vestiduras. Por qué ese revuelo cuando se habla de una república que ayer debió celebrar su 85 cumpleaños. Por qué ese miedo, por que esos silencios cómplices cuando lo único cierto es que no debería haber paz para los malvados.

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