Diario de León
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CUARTO CRECIENTE CARLOS FIDALGO
León

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L obos sucios es el título de una película que transcurre en Galicia. El año del wólfram , una novela bien conocida en el Bierzo. Las dos son historias de ficción y quizá sea esa la mejor forma de contarle a la gente lo que ocurrió a principios de los años cuarenta en los montes gallegos de Casayo y en la Peña del Seo berciana, cuando estalló la fiebre del wólfram, o del wolframio; el mineral que endurecía los cañones en aleación con el acero y evitaba el recalentamiento de las ametralladoras, codiciado por los nazis y por los aliados.

Eran tiempos de guerra y se pagaba un dineral por una piedra de wólfram. A Ponferrada, se ha contado muchas veces, la llamaron en aquella época la Ciudad del Dólar porque uno podía hacerse rico trapicheando con el mineral.

Eran tiempos de bandoleros en los montes —y de guerrilleros, pero esa es otra historia—, de contrabandistas de wolframio, que se aprovechaban de los altos precios que pagaban los alemanes para su industria de guerra, o los aliados para evitar que cayera en manos de los nazis. De eso habla Lobos sucios , la película recién estrenada en las carteleras españolas, primer largometraje de Simón Casa de Miguel. Y de eso hablaba El año del wólfram , finalista del Premio Planeta en 1984, que sólo en Cacabelos, la patria chica de su autor, Raúl Guerrra Garrido, llegó a vender algo así como cuatro mil ejemplares, uno por habitante; tanta fue la expectación que generó aquella historia.

En el Bierzo, el final de la guerra y la creación de una compañía minera que recibió la concesión de la Peña del Seo sentenció al contrabando de wólfram, que afloraba en vetas superficiales y era relativamente fácil de extraer. Pero todavía en 1951, la Guardia Civil atrapaba, un día de invierno entre la nieve, a toda una banda de 32 hombres que había subido a la montaña de Cadafresnas para rapiñar mineral.

La mina cerró en 1958 y parecía que allí se termina la historia del wólfram en el Bierzo. Pero hace dos años, la compañía australiana Sierra Mining comenzó sondear de nuevo en Cadafresnas. Y los técnicos dicen ahora que hay «buenos indicios». El eco del wólfram, parece un milagro, resuena todavía en la Peña del Seo. Como un lobo hambriento.

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