Vigilancia contra el radicalismo pero sin criminalizar
El ingente cambio social que está viviendo España en los últimos años ha fomentado una pluriculturalidad que apenas era pensable no hace tanto tiempo. La llegada masiva de ciudadanos procedentes de otros territorios con culturas y religiones distintas obliga a la sociedad a realizar un esfuerzo para adaptarse a esa nueva situación que es ya una realidad.
En Europa son abundantes los fracasos en distintos países a la hora de conseguir integrar de manera adecuada a las personas con raíces en otros territorios ajenos al Viejo Continente. Y ese fenómeno aún se ha complicado más con el auge que están viviendo determinados movimientos ultras, que fundamentan sus discursos precisamente en la xenofobia.
Pero con esa base incuestionable que obliga a evitar cualquier tipo de discriminación, y de manera especial de criminalización, no se puede ocultar ni obviar que Europa, y en general el mundo occidental, tienen hoy un problema real con la radicalización que se promueve de manera activa para impulsar las iniciativas terroristas tanto dentro del territorio como a través de las acciones en países ‘calientes’.
Según el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado, en León hay 173 puntos con riesgo de radicalización. Interior vigila un total de 173 personas o lugares que se consideran posibles focos de promoción de posturas islamistas radicales. Los ejemplos por toda Europa son claros y ese control se hace imprescindible. La eficacia policial ha logrado que tras el 11-M en España no se hayan producido más acciones terroristas.