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TRIBUNA

El nudo gordiano y el tren de Matallana

Publicado por
Manuel M. Urueña Cuadrado Ingeniero Industrial
León

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A lejandro Magno conquistó la Frigia en su viaje hacia Oriente y en la ciudad de Gordios cortó con su espada el nudo con el que el rey Gordias había atado su lanza y su carro; la tradición decía que quien fuera capaz de desatar el nudo conquistaría un gran imperio; Alejandro no lo desató pero lo cortó; «tanto monta», dijo, y la tradición se cumplió.

Y, ¿en qué se parecen el reino de Frigia y el tren de Matallana? Se parecen en que hay también un nudo «gordiano» en las obras paralizadas, que impide su terminación.

El nudo gordiano, que ha parado desde hace varios años obras comenzadas en 2010. Ni la empresa pública Adif ni el Ministerio de Fomento han explicado en qué consiste; vamos a tratar de interpretar su silencio y explicarnos dónde está el nudo.

Las obras comenzaron en 2010 con un proyecto que sometía a la línea de tren a un matrimonio con un sistema de tranvías; una unión impropia para este tren y unos tranvías innecesarios, pero que liberaba terrenos con sustanciosas revalorizaciones. Quienes promovieron aquel proyecto se olvidaron la utilidad de este tren para tantos pueblos del noreste de nuestra provincia; las ganancias que prometían los terrenos no dejaron ver los perjuicios que, en cualquier caso, iba a sufrir la línea de tren. Aquel proyecto no tenía resuelto el modo de gestión de la línea de tren, ni la institución de la que dependería, ni el sistema de seguridad al que debería someterse; tampoco se hizo público estudio económico alguno.

Se subió la plataforma de las vías en parte del tramo entre la estación de León y el apeadero de La Asunción, se construyó un nuevo puente «de los maristas» (para que pasara la catenaria de las unidades eléctricas) y las obras se pararon. Desde 2013 casi no avanzaron aunque lo restante previsto es muy poco; no por falta de dinero ni por fastidiar al público. Entonces ¿porqué? Pensemos dónde está «el nudo gordiano».

Con la crisis económica el proyecto original se modificó hacia el sentido común: se anularon los innecesarios tranvías y los trenes eléctricos; el nuevo puente de los maristas no habría sido necesario para los nuevos trenes; no obstante, la conexión entre las calles A. López Núñez y Ramón y Cajal ha sido acertada; no todo el dinero está perdido.

El nuevo gobierno se topó en 2011 con el nudo gordiano en forma de obras ya hechas pero inadecuadas para una línea de tren sin estar conectada con unos tranvías; Adif no se atrevió a sacar la espada y cortar el nudo gordiano. Tampoco se atrevió a terminar lo que sería una chapuza: una línea férrea de varios cientos de km con los dos últimos en forma de ‘tren-tran’, pero sin tranvías, pasando por León al nivel de calle, con importantes perjuicios de incomodidades, ruido y peligros para los ciudadanos y con la necesidad de unidades especiales de tren; por culpa de esos dos últimos km de vías levantadas quedaría una infraestructura ferroviaria absurda, sin reglamento técnico y de seguridad al que acogerse.

Y ahí sigue el nudo gordiano; desatarle exige rectificar y quizás también pedir responsabilidades. Para cortarle no vale la espada de Alejandro aunque sí el sentido común; pero es necesario deshacerle para que este tren tenga futuro y para dar buen uso al dinero público.

Si opinaran los usuarios del tren esta sería la solución que aportaría su sentido común y su experiencia: que el tren vuelva a estar «como antes» de 2010. Esta frase se oye con frecuencia entre los viajeros. Tienen razón y así lo entenderá cualquiera que analice la triste situación.

Para estar «como antes» habría que volver a bajar las vías, aunque en solo una parte del tramo subido y hacer dos o tres pasos sobre ellas, a nivel de calle y el nudo habría quedado desatado. Ya no harían falta trenes especiales, ni habría peligro para los peatones, la gestión del transporte no se discutiría entre Renfe y el Ayuntamiento de León, el tren llegaría hasta la estación, su seguridad sería la normal para los ferrocarriles de vía estrecha y los habitantes de una parte de la provincia dejarían de pensar en abandonar sus pueblos. Y esta solución, olvidando la vergüenza de haber deshecho parte de lo hecho, sería la mejor para el futuro de la línea y la más barata y mejor de emplear el dinero público.

Los leoneses deben saber que el tren de Matallana no ha llegado a la estación de León porque Adif no se ha atrevido a tomar la decisión necesaria. Las promesas («el tren circulará hasta la estación en el último trimestre de 2013» y sucesivas) no se cumplieron porque el nudo gordiano lo hace imposible; las obras no se terminan porque no se sabe en qué condiciones podría funcionar el tren, ni quien lo gestionaría, ni con qué reglamento de seguridad y porque la línea de tren resultante sería un ejemplo de estructura ferroviaria absurda.

La reciente gestión del Ayuntamiento de León en el Ministerio de Fomento tuvo como resultado la promesa (otra más) de que «se van a reanudar las obras» en mayo y que «el tren llegará a la estación en 2017»; respuestas decepcionantes. Después de cuatro años sin ninguna explicación, esa «promesa», si más detalles, quiere decir que todo está igual que cuando se paralizaron las obras. El nudo gordiano sigue sin desatar. No hay un programa de obras, ni fecha de terminación, ni un plan de explotación, ni existen ya las carísimas unidades compradas y rechazadas, ni reglamentación técnica y de seguridad para el tipo de tren que resultaría en caso de terminar las pocas obras pendientes. No se han dado detalles de todo eso porque no hay nada de qué informar.

Sorprende la inocencia y la ingenuidad (¿o no es así?) de quienes recibieron satisfechos esa información. Poco preguntaron y poca preparación llevaban para ello.

Es lamentable que los partidos políticos, la Diputación, el Ayuntamiento de León y de la Junta de Castilla y León hayan sido mudos durante el tiempo en el que las obras han estado paralizadas; también la pasividad de los ayuntamientos por los que pasa el tren, en peligro de desaparecer. Solo recientemente algunos partidos políticos, callados durante años, han manifestado débilmente algún interés en su situación.

Este tren es importante para el servicio público y para evitar una mayor despoblación del noreste de León. Por eso es necesario que sea liberado cuanto antes del nudo gordiano que mantiene paralizado este desafortunado proyecto.