Diario de León

SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS ?ARTURO PEREIRA?

Los buenos y los malos

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León

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M ichael Corleone se pasó toda su vida intentando no ser víctima de su propia familia. También su padre sintió la necesidad de alejarlo de los negocios familiares. Hasta aquí todo podría encajar en los asuntos de familia de cualquier familia normal. Lo peculiar de este caso es que el padre de Michael era ni más ni menos que ‘El padrino’. Debo adelantar que no lo consiguió y murió como vivió, sólo y rodeado de crímenes y venganzas sin fin.

Aunque se trata de una película, famosa por cierto, esta historia nos puede servir para reflexionar sobre los sentimientos más profundos del ser humano. Más allá de lo obvio del argumento, como son la extrema violencia, corrupción, traiciones y un sin fin de atrocidades, hay un transfondo que como un hilo invisible se hace presente en las tres películas que componen la saga.

El hilo conductor al que me refiero es la pasión de un padre por su familia, de un esposo por su esposa e hijos. Lo mismo que Michael, su padre adoraba a su mujer e hijos. Mataban fríamente pero amaban apasionadamente. Lo mismo ordenaba matar sin ningún remordimiento, como estaban dispuestos a dar su vida sin ninguna duda por sus seres queridos.

Si tuviera que encajar la personalidad de estos mafiosos en algún tipo de individuos lo haría sin lugar a duda en los considerados por Nietzsche como la aristocracia social. Aquellos que imponen su voluntad haciendo de las pasiones y la fuerza su moral. Son los instintos en estado puro. Odio, amor, sangre, lucha… es la naturaleza humana libre y sin cortapisas.

¿Son ellos los buenos o son los malos? Para el común de las personas la respuesta está clara, son los malos. Para nuestro filósofo no, actúan correctamente. Ha invertido el sentido de la moral, lo bueno pasa a ser malo y lo malo bueno. Esto debe ser matizado porque para Nietzsche la generosidad y caridad que manifestaba Michael y su tendencia a la redención de sus pecados, serían parte de una moral que el considera de esclavos y propia del cristianismo.

Este artículo es un poco confuso. Lo es porque lo que intento explicar es inexplicable. La cuestión que trato de contestar es si existe el bien absoluto y el mal absoluto en el ser humano. ¿Podemos ser asesinos y no ser malos del todo? O por el contrario, ¿puedo asesinar impunemente y mantener al menos algo de bondad?

Quizás la mera existencia del Derecho penal nos oriente a la hora de encontrar respuestas a las preguntas formuladas. De forma algo simplista me atrevería a afirmar que si necesitamos al Derecho penal para poner freno a nuestras conductas no somos buenos del todo. Por el contrario, si a pesar de la necesidad de norma reguladora tan grave, la sociedad sigue adelante aunque a trompicones, tampoco somos malos del todo.

Entonces, ¿Cómo saber si alguien es bueno o malo? Lo primero que debemos dejar claro es que no es conveniente seguir el criterio de Nietzsche en este asunto porque las conclusiones serían catastróficas para una sociedad como la nuestra. Por ello, debemos aceptar como bueno lo que convencionalmente así se considera y como malo debemos adoptar idéntica postura. Entonces, sería bueno el que hiciera cosas buenas y malo el que hiciera cosas malas. Aquí nos encontramos con otro factor nuevo y es que todos hacemos cosas buenas y malas. Como conclusión, todos seríamos buenos y malos. Suponiendo que eso fuera posible, la cuestión no es tan fácil de resolver por el hecho de que históricamente lo que es bueno o malo cambia de bando. Por ejemplo, matar un infiel en la Edad Media no era pecado y por supuesto no se consideraba un crimen.

Por mi parte sigo igual que comencé, sin respuesta a uno de los entresijos de la naturaleza humana. Somos hijos de Dios pero no nos parecemos a Él. Por lo menos lo intentamos de forma decidida con nuestras reiteradas maldades. Yo no sé si Michael Corleone estará en el cielo, de lo que tengo grandes dudas es que muchos podamos alcanzarlo.

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