Diario de León
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EL MIRADOR ANTONIO CASADO
León

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U nos lo llaman pacto del botellín y otros pacto del botellón. Ganas de enredar. No es buen comienzo esta vinculación alcohólica —bueno, digamos simplemente recreativa—, del más ruidoso de los vectores aparecidos en vísperas de la campaña electoral como referencia del quinielismo aplicado a lo que podría ocurrir el 26 de junio por la noche.

Lo indiscutible es la capacidad que Pablo Manuel Iglesias y Alberto Garzón han demostrado para llegar a concitar el general rechazo de la clase política al acuerdo del nuevo Podemos con ese viejo P.C.E (Partido Comunista de España) alojado desde hace treinta años en la coalición que responde al nombre de Izquierda Unida. Sus competidores por la derecha y por la izquierda coinciden en descalificar desde la cuna a esta nueva criatura que, según Alberto Garzón, con el que me acabo de encontrar en Estrasburgo, está llamada a ser «muy relevante», dice, «tanto en el ámbito europeo como en el marco del Estado español».

Los principales competidores de la nueva fuerza, aún innominada, no han disimulado su rechazo a los recién llegados a la pelea electoral del 26 de junio. El presidente del Gobierno en funciones y candidato del PP, Mariano Rajoy, la ha calificado de «coalición de extremistas y radicales que no conviene al progreso del país». El secretario general y candidato del PSOE, Pedro Sánchez, dice que estamos ante una operación de marketing», denostable incluso para participar de ella en el Senado. Y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, solo ve comunistas detrás del acuerdo.

Tampoco hace falta ponerse fundamentales en la aproximación al gran suceso político de la precampaña. En realidad es la vuelta de Pablo Manuel a su primer amor, en sus tiempos de las Juventudes Comunistas. Un idilio que se recupera después de los crueles desplantes que, hace apenas unos meses, el líder de Podemos le dedicaba a Izquierda Unida. Y es que los amores peleados siempre repiten.

El anticapitalismo, la República y el derecho a decidir de Cataluña (y de cualquier otra parte de España que lo pida con «especial intensidad»), amén del común objetivo de evitar que gane las elecciones el PP y gobierne con Ciudadanos, resume el catecismo común de la nueva coalición que, según explicaba Garzon en los pasillos del Parlamento Europeo este martes, «no nace del vientre sino de la necesidad de la gente». Esto no ha hecho más que empezar. Pero es de mal fario empezar el apareamiento diciendo, como ha hecho Garzón, que no quiere ser de Podemos ni Iglesias de IU.

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