Diario de León
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c Rafael Cabello Cortés escribe con el título ‘Don Tello, Señor de Aguilar de Campoo y Conde de Vizcaya’: «La Diócesis de Palencia, tras un acuerdo con la Diputación Foral de Vizcaya, va a ceder temporalmente el sarcófago del Conde Don Tello Alfonso de Castilla, enterrado en la Iglesia de San Francisco. Con ello, en la celebración de los 650 años del nacimiento de la villa de Guernica, se podrá visitar el mencionado sarcófago de su fundador, que fuera al tiempo Señor de Aguilar de Campoo y Conde de Vizcaya.

Tello Alfonso de Castilla, nacido en Mérida en junio de 1337, fue hijo de Alfonso XI de Castilla y de Leonor de Guzmán. Narran las crónicas cómo Tello, acudió precisamente a Palencia para encontrarse con su hermano, el rey Enrique II, y así rendirle pleitesía. Y recordando en la conversación entre ambos hermanos la muerte de su madre, Leonor de Guzmán, Tello, que por entonces contaba con apenas catorce años de edad, en gesto de fidelidad, respondió: Señor, ‘yo non he otro padre, nin otra madre salvo la vuestra merced’. Comenzaba de esta manera una trayectoria de cercanía y lealtad al monarca, que a su término hallaba destino en el Convento de San Francisco de Palencia. Allí permaneció descansando en eterno reposo hasta que la invasión francesa, en uno más de sus gestos de barbarie, propiciaba la destrucción en gran parte del edificio y sus tesoros. Poco después, la tristemente célebre desamortización de Mendizabal, obligaba a los frailes a abandonar el convento. Felizmente recuperado y reconstruido, en la medida de sus posibilidades, ahora, con ocasión del acontecimiento que Guernica celebra, se le cede el sarcófago de éste Conde de Vizcaya para ello.

Puede ser ésta una ocasión —hasta diciembre permanecerá la exposición— para ir en tiempo vacacional a este acontecimiento cultural en Vizcaya, pero también para acudir a Palencia. Y a Córdoba. No olvidemos la relación que con esta ciudad las enlaza: tanto la Iglesia de San Francisco de aquella, como la Real Colegiata de San Hipólito de ésta, son templos regentados por la Compañía de Jesús, y en ambas hay sarcófagos de un mismo linaje real: Fernando IV el Emplazado (1285-1312) y su hijo, Alfonso XI el Justiciero (1311-1350) descansan en San Hipólito. Y, Tello Alfonso de Castilla, hijo natural de Alfonso XI  (1337-1370) reposa en San Francisco. Es evidente, el hermanamiento consanguíneo entre los enterrados, y la hermandad espiritual de los Jesuitas…».

c Los compañeros de Florín escriben con el título ‘A un naúfrago’: «Nos hemos despertado de un sueño. Como todo sueño nada es real. Y creíamos que seguíamos soñando. Llegó la realidad. Una realidad imposible. Una realidad no aceptada. Una realidad que nos lleva a todos a la incredulidad. Nuestro alumno, amigo Florín , se nos ha ido. Ese joven con cara de niño. Ese niño con su sonrisa. Ese niño lleno de vida. Ese niño que un viernes acariciábamos y que un domingo nos dijo adiós. Se fue en la flor de la vida. Los seremos humanos somos incapaces de comprender decisiones. No podemos ahondar en el interior. No podemos intuir ni captar los pensamientos, porque der así, estaríamos vigilantes y el paso final no se hubiera dado. El ser humano es incapaz de ahondar y escudriñar los pensamientos. La sicología que estudia el psiqué, el alma, ha sido incapaz de llegar al fondo. En el pensamiento cartesiano se dice que la razón lo puede todo. Por desgracia, no es así. Porque si la razón es una cualidad que decide, se decidirá lo que es positivo no puede decir lo negativo, lo funesto. Por eso, seguimos siendo un misterio. Seguimos con la incógnita y con la pregunta ¿por qué? Los seres humanos somos incapaces de meternos en los pensamientos y como somos incapaces no podemos impedir los impulsos ni poner freno a las decisiones. Y en esta sin razón, nuestro querido Florín, te hiciste a la mar y el barco, ante la tempestad empezó a zozobrar. Se hizo el silencio. Tú ya no estabas ¿Por qué te has ido? ¿Por qué nos has dejado? En ese camino hacia el descanso eterno te hemos acompañado todos. Te admiramos en vida. Te recordamos en tu ausencia. No te has ido, Florín. Tu director, tus tutores de prácticas, tus profesores, te pondremos: Ausente. Nos dejas el recuerdo para siempre de un amigo que se fue. Para tu desolada familia, hermano, padres queremos decirles que nos unimos a ellos en dolor y en solidaridad. En ese mundo que has elegido habrá un ángel que en volandas te ha llevado a su seno, porque un día soñaste que habría un lugar más feliz. ¡Adiós! Florín. Adiós en el recuerdo y aquí nos dejas tu sonrisa de niño y tu imagen que nunca olvidaremos».

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