Diario de León
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al trasluz eduardo aguirre
León

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F ue hace años, al final de una charla sobre periodismo en un colegio. Una alumna me preguntó: «¿Qué es más difícil escribir a favor de alguien o en contra de alguien?». Miré al profesor y sonrió, por lo que deduje que se la iba a contestar a él. Dije: «hum... depende». Recuerdo con toda nitidez que fue eso lo que respondí. Hoy contestaría igual, aunque quizá con más hums y más puntos suspensivos. Pues, sí, depende. En estos momentos, ¿es más fácil o más difícil escribir una columna en defensa de Ana Duato y de Imanol Arias, tras conocerse que tenían en el extranjero cuentas millonarias opacas al fisco español? Más difícil, sin duda, pero voy a intentarlo, no para defenderles en lo injustificable y de lo que me falta información. A mí me gusta mucho Cuéntame. Considero las interpretaciones de ambos entre las mejores de la ya larga historia del medio. El matrimonio Alcántara son ya un poco nuestros parientes. Me siento agradecido hacia una serie que nos ha contado una larga historia de convivencia familiar, en la que los problemas se resuelven con bondad y perdón, por encima de los defectos personales. Ha resistido con sus nobles valores, victoriosa en audiencias, frente a la telebasura.

Lo sé, los actores no son sus interpretaciones. Aún así, barrunto que ambos han aportado mucho de ellos mismos en la construcción de sus personajes. Por ello, escribo esta columna difícil a favor de Arias y Duato, cuando el viento les sopla en contra. Y como a todos, me resulta fácil disculpar las debilidades consecuencia de la necesidad económica, pero ya no tanto las originadas por la riqueza.

En una sección que publiqué en este periódico, Carta sin sello, les escribí misivas, en la temporada de la infidelidad de Antonio, resuelta por los guionistas con prodigiosa sensibilidad, con interpretaciones por parte de ambos que quedarán en la historia de la televisión. Y sí, la fuga de capitales ha contribuido a la crisis que padece el país. Por ello, deseo que sea cierta mi convicción y haya mucho de Duato y de Arias en el noble matrimonio Alcántara; que los dos puedan contarnos un final feliz, cierto y justo para algo que —aparentemente— no figuraba en el privilegiado guión de sus vidas.

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