Diario de León

Publicado por
José María Prieto escritor y experto En márketing y comunicación
León

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E s inútil, no tenemos remedio. En el café, con los amigos, todos tienen la solución. En el Parlamento que es donde interesa, nadie sabe nada. Utilizo la comparación socorrida de que todo español lleva dentro un seleccionador de fútbol, pero si estuvieses en un banquillo teniendo que dar órdenes, sería un desastre. Es así. En esto de la política pasa lo mismo. Es mi opinión y me temo que la de muchos, muchos, muchos. La piensan pero no la dicen. Ese es nuestro problema.

Ellos mismos, los políticos, (algunos), mencionan el hastío de la gente, el tremendo cansancio que va teniendo el personal de contemplar la tenaz incapacidad de esos políticos, de ellos, que no dan un paso adelante ni locos. Les gusta más un micrófono y una cámara que a un tonto una tiza, pero, ya digo, totalmente incapaces, no ya de unirse para lograr algo bueno para el ciudadano. Son incapaces casi hasta de saludarse. Y así, no hay quien avance, no hay quien haga nada medianamente correcto.

Hemos pasado seis meses desde las elecciones del 20-D y ellos no han cambiado la cara. Cambian palabras, gestos, actitudes, pero la cara, no. Faltaría más. Y la situación, a peor. Si hombre si, a peor. Y en el otro lado estamos nosotros. Los sufridores. Los que, sin saber por qué, siempre tenemos la culpa y pagamos el pato. Sobre todo, eso, pagamos. El esfuerzo tremendo, feroz, que está haciendo el ciudadano de calle en esa espera «a ver si se arreglan las cosas» sobrepasa cualquier límite conocido. Está comenzando a ser insoportable. Se nos intenta calmar diciendo que ya no habrá una tercera convocatoria de elecciones, (lo que faltaba). Pero en el ánimo de todos, está que esa tampoco es la solución. Ahora, que si el debate tiene que ser a dos, a tres, a cuatro. Pero qué guirigay es este. Somos lo ciudadanos, los muñecos del pim, pam, pum, en manos de tontos contemporáneos. ¿pero qué pecado hemos cometido para ser tratados así? ¿No es mas grande el de ellos?. Pues, como es la norma, aquí no pasa nada. Y cierto es que no por falta de razones. Pero no nos atrevemos. Nos asusta el de la coleta y lo que hará, el joven y lo que habla, el que quiere ser presidente a toda costa y el que lo es provisional pero no se mueve.

Entonces nuestro pecado es aguantar sin decir nada. Ya está bien. El manoseado paro que no hay quien nos lo despegue. No digo nada de la corrupción que, claro que existe, pero nadie la ve y nadie tiene la culpa, a juzgar por las declaraciones de los ex vice de la Junta de Andalucía, que se llaman a andana pero que ya, por fin, van a ser juzgados. (Hombre claro, no van a decir que han sido ellos y que lo devuelven todo) Estamos en España, no en Jauja. Y así una cosa y otra y otra. Y ellos, creen que la solución está en el día 26-J. Estos tienen muchos master pero lo sencillo, les gana. No tienen ni p. idea.

Y ¿qué les decimos a los jóvenes de lo que les espera?. Yo no me atrevo a contarles la verdad. Se la creen y se van fuera. Y después se ríen de nosotros. Ahora es época de exámenes. ¿valen para algo? No seamos infelices. Estamos continuamente cambiando planes de estudio y empeorando, sencillamente porque el anterior plan no fue hecho por nosotros. O sea por ellos. Pero nadie es culpable. ¿Enseñanza pública o privada? Enseñanza buena, por favor, que se hace un rankin de las 100 mejores Universidades del mundo y ni una española. Qué bonito! Es que nos tienen envidia, ¿no?. Pues así vamos.

Han pasado demasiados años para que sigamos utilizando términos que no quieren decir nada. Debemos y tenemos que ser mucho más claros en todo. En ver y contar nuestras cosas. Las buenas y las malas, las tristes y las alegres. Y, la verdad, ahora, alegrías, pocas.

Por eso siento el futuro que tendrán nuestros jóvenes pero les animaré a muerte a que se muevan, innoven, emprendan, estudien, trabajen y exijan, exijan una contraprestación digna que compense el esfuerzo, el trabajo y el entusiasmo por hacer cosas y hacerlas bien. Están preparados pero miran y ven. Ven lo que nos rodea. Y hay que ser muy fuerte para aguantar todo eso. Que, por cierto, esta situación tan singular, ¿cómo podríamos llamarla?

¿Un guirigay? Pues alguien todavía no lo entenderá.

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