Tesla Motors
L a historia debe a Ponferrada y el Bierzo una fábrica de coches. Se trata de un sueño que se pudo cumplir en los años cincuenta, pero que fue abortado por el prestigio de la ciudad de Valladolid, por sus clérigos y potestades, por sus generales de caballería y sus caballos de jerarquía. Por su tamaño y, sobre todo, porque fue leal al franquismo, bajo las hordas falangistas que mandaba Girón de Velasco (quien, por cierto, estuvo a punto de atropellarme una noche en Madrid, en el cruce de Cea Bermúdez con Vallehermoso, junio de 1975, con su Mercedes amarillo, y siendo mía la culpa porque pasé en rojo un semáforo y el frenazo del famoso orador trasnochado dejó rodadas en el asfalto).
La Renault no se vino al Bierzo, donde había a pie de fábrica hierro, carbón y energía eléctrica. La Renault fue el gran regalo de Franco a Valladolid, y la ciudad del Pisuerga duplicó su población en apenas veinte años por el efecto de la factoría y por las sinergias que esos gigantes fabriles implican. La frustración en el Bierzo fue grande, pero nos rehicimos pronto porque entonces estaban Endesa y la MSP a tope; una creciendo y asentándose y la otra embarcando cada vez más millones de toneladas de mineral desde los muelles ferroviarios ponferradinos.
Pocos años después vino otra frustración, cuando supimos que tampoco se iban a instalar en la Ponferrada unos altos hornos que casi se daban por hechos. Es más, ya estaba concretada la ubicación en el actual barrio de la Rosaleda, entonces un erial con un pequeño oasis donde daba mucho gusto ir: el manantial de la Cigarra, que hoy creo que está en los sótanos del rascacielos, algo insólito y mucho más que rocambolesco.
El Bierzo se quedó sin la Renault en los años cincuenta, sin los altos hornos en los sesenta, y sin la planta de pelletización en los setenta; ésta última un premio menor que tampoco llegó. Y a partir de entonces, pues muy poco, gastronomía, enología y mundo jacobeo aparte. Aunque con las volátiles excepciones de las palas eólicas y el mundo del cristal. Pero nada comparable con ese sueño que ahora, de nuevo, circula por la urbe, y que sería algo realmente sensacional: la ubicación en el Bierzo de una fábrica de coches eléctricos de la marca californiana Tesla Motors. No sería la Fasa-Renault, desde luego, sería algo más parecido a esas modestas fábricas automovilísticas que hay en Ávila o en Linares, pero sería crucial para toda la provincia. Sería un triunfo mucho mayor que la Deportiva hubiera subido a Primera División. O que no hubiera bajado a Segunda B, gran dolor, lo que habría sido posible si el Real Valladolid, de nuevo Valladolid, hubiera peleado más para ganar al Mallorca hace quince días. A cambio del descenso, pidamos a Valladolid y a sus políticos que nos apoyen para tener esa fábrica de coches. Por soñar, que no quede.