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Publicado por
jesús maría cantalapiedra escritor
León

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C omo casi todo el mundo sabe, Portugal y España, por unos u otros litigios, históricamente han vivido de espaldas, se ha dicho. O al menos, dirigiéndose miradas recelosas, cuando no enzarzados en guerras más o menos estólidas por distintas causas; algunas de ellas motivadas por casamientos reales entre lusitanos e hispanas, (o viceversa) que pretendían la unión de distintas coronas y dinastías, asegurando territorios y continuidad regia. No existía el matrimonio morganático (la realeza era muy fina en cuestión de intereses). Llegó a haber himeneos entre tíos y sobrinas, primos y primas y, lo que es peor: entre cuñados y cuñadas, según cuentan.

Un viejo refrán luso, ideado por ellos, explicaba muy bien las razones por las que quedaban claras aquellas rencillas históricas con el vecino peninsular. Cierto es que españoles y portugueses, popularmente, nunca tuvieron un arraigado sentimiento ‘ìbérico’. Cada uno en su casa y Dios en la de todos. Tal sentencia, hoy en desuso, decía: «Espanha, nem bon vento nem bon casamento». Y tenían razón de aquella. Hoy, que se sepa, no existen aquel tipo de casamientos de conveniencia política en la vieja y romana Lusitania. Desapareció, pues, la segunda parte del dicho. En cuanto a la primera, «ni buen viento», es imposible por muchos cambios de Gobierno que hubiere. Los vientos procedentes de España siguen llegando al Norte de Portugal fríos como chupiteles, a los que Quevedo hubiera calificado de «rabiosos» y «súbita locura». Que nos lo pregunten a los componentes de una numerosa delegación leonesa que hace unos años hizo un viaje institucional a Bragança, presidido por el entonces alcalde de León, Mario Amilivia. Acudieron también numerosos empresarios con los presidentes de las federaciones patronales a la cabeza. El acto se celebró en el Domus Municipalis, edificio histórico municipal de gran valor arquitectónico, con aberturas románicas de arco en las que, naturalmente, no existían cerramientos. Se trata de un recinto en el que hace centenares de años se reunían los Hombres Buenos de la localidad, siendo atravesados por los gélidos vientos rabiosos procedentes de nuestra patria.

A propósito de Mario, es obligado recordar que con el apoyo y entusiasmo de Martín Manceñido y la Asociación de Amigos de Portugal que preside, en el año 2002 el alcalde de León firmó el Hermanamiento con Oporto y poco después con Bragança. Amilivia, lo comprobé en directo en varias ocasiones, era y es una persona respetada en el Norte de Portugal. Ejerciendo ya en su nuevo cargo de presidente del Consejo Consultivo de Castilla y León, fue invitado a la inauguración en Bragança de la avenida de León, inaugurada por el presidente de la República. Gracias por el recuerdo a esta tierra, señor presidente.

Y, casi desde el primer contacto con el país hermano, se comenzó a hablar de un hermoso proyecto: la unión por autovía con León. A tener en cuenta que el Norte de Portugal es la región con más actividad económica del país. Han pasado tropecientos años y se sigue discutiendo sobre el propósito. Según me cuentan, ahora, a la enésima, pudiera ser realidad, sustituyendo la prevista autovía por una vía rápida. Vaya usted a saber. Todo ello pendiente de las nuevas Políticas.

Hay que añadir, a propósito de Mario, que «Al César lo que es del César». Lo dijo Aristóteles. Fue su definición de Justicia, tantas veces olvidada.