EDITORIAL: Una IU sin solvencia política regala la alcaldía de La Pola
Un año después de haber ganado las elecciones municipales, el Partido Popular recuperó ayer la alcaldía de La Pola de Gordón, más por desinterés de quien la había ocupado en ese tiempo, Izquierda Unida, que por empeño propio. Francisco Castañón, alcalde durante quince años, desde 2000 —cuando relevó al recordado Ángel González— a 2015, diputado provincial y vicepresidente en el palacio de los Guzmanes, volvió a tomar el bastón de mando al no alcanzar la mayoría absoluta el bloque de izquierdas y gracias en último caso a los ocho votos de ventaja que obtuvo hace un año en las urnas y al amparo que le otorga la ley electoral como candidatura con más apoyos.
Es cierto que para conservar la alcaldía para la izquierda IU hubiese necesitado los dos votos del PSOE y le faltó, como ya estaba previsto, el de la edil socialista que desde el pasado 29 de junio trabaja y vive con su familia fuera de la península y cuya renuncia —y consecuente sustitución— no llegó a tramitarse a tiempo, pero también lo es que tenía otras alternativas —conseguir el apoyo de la concejala de UPL, que volvió a abstenerse— que los socialistas exploraron, negociando a dos bandas e incluso ofreciéndose como alternativa al PP.
La situación generada y el desprecio a una alcaldía de la que hizo tanta ostentación rezuma patetismo por parte de quienes entonces sacaron pecho y evidencia cierto déficit democrático y de altura de miras, una pasmosa carencia de talante y de solvencia política, una preocupante traición al votante y falta de compromiso social por parte Izquierda Unida con quienes hace un año apostaron por el cambio. Justo lo contrario de lo que durante ese tiempo —y puntualmente al irse— demostró el efímero alcalde Juan Carlos Lorenzana, que en un ejercicio de dignidad personal y de coherencia política dimitió cuando en vísperas de las elecciones generales su partido, entonces ya integrado en la coalición Unidos Podemos, despreció el apoyo social conseguido en las cuencas al no firmar el gran acuerdo que habría de salvar al carbón.