cartas al director
Masacre de inocentes
N o alcanzo a entender el delito cometido por quienes en familia asistían a la noche de los fuegos artificiales en el Paseo de los Ingleses de Niza, para conmemorar la Fiesta Nacional del 14 de julio. Como tampoco alcanzo a vislumbrar la culpabilidad de quienes disfrutaban de la noche en el club Pulse de Orlando. Ni de quienes se deleitaban con la música del grupo Eagles of Death Metal en la sala Bataclan de París. O de quienes pacientemente esperaban la salida de su vuelo en los aeropuertos de Bruselas o Estambul. Me duele creer que todos murieron. Y me duele aún más, saber que lo hicieron gratuitamente. Soporto con mucha dificultad escudriñar cada fotografía de los hechos y reparar una y otra vez en la muñeca tirada sobre el asfalto, que espera el cariño del cuerpecito que yace a su lado. Soporto con profundo pesar el dolor de las familias que no encuentran razones. Y el de las banderas a media asta y el de los ataúdes apilados en polideportivos. Procuro por último interpretar las motivaciones que conducen a alguien a hacer algo así. Y no encuentro respuestas, ni luces ni sombras que me despierten de esta pesadilla. Sólo resuenan en mis oídos las palabras del portavoz del IS Abu Mohamed al Adnani «no hay que preservar la sangre ni existe nada llamado inocentes». Pues que le conste que todos ellos lo eran.
LUIS ALBERTO RODRÍGUEZ ARROYO. SANTO TOMÁS DE LAS OLLAS (LEÓN)