EDITORIAL: Buenos datos del paro que fijan tendencia y revelan debilidades
La provincia de León cerró el mes de julio con un descenso de 555 personas en las listas del desempleo con relación al mes anterior. El paro cae de manera significativa en el sector agrícola (108), la construcción (181) y sobre todo en los servicios, con 246 nuevas altas. Si bien la disminución en términos porcentuales respecto al mes anterior es del 1,53%, vista en una relación más larga, por ejemplo la interanual, ese 6,62% sí que da ya una idea de la evolución y del alcance real de las cifras y porcentajes, muy en sintonía con las conocidas de la Encuesta de Población Activa del pasado 28 de julio. Si bien esa EPA atribuía a la provincia una reducción de 4.000 personas en el número de desocupados en el segundo trimestre, todavía situaba en 40.400 las que se encuentran en esa situación, que en el caso del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, cuyos datos se facilitan ahora, serían 35.804, al referirse ya más concretamente al paro registrado.
En cualquier caso, y si bien es cierto que en el caso de la provincia seguimos en una tendencia positiva de descenso del desempleo, también debe considerarse que en realidad se está generando empleo tanto por debajo de la media nacional como por debajo de la autonómica. En términos generales y en la lectura más positiva de los datos no puede olvidarse que los casi 84.000 desocupados menos en todo el país supone la mayor caída en un mes de julio desde el año 1997 y que por primera vez en seis años la tasa de desempleo cae por debajo del 20% (19,58% en León). Sin embargo, y que pese a que el dato es la confirmación de una tendencia, tampoco debe olvidarse por un lado una excesiva estacionalidad y, por otro, que el mercado laboral arrastra todavía problemas muy importantes y que las empresas necesitan más facilidades para que puedan seguir contratando y manteniendo el empleo generado.
Frente al desbordado optimismo del Gobierno en funciones, es exigible en ese sentido una cierta prudencia respecto a las variables que pueden alterar esa tendencia. Es exigible también que se resuelva la situación política y se concreten con rapidez políticas económicas y fiscales eficientes que no penalicen la iniciativa empresarial y que animen la contratación por parte de pymes y micropymes.
Y sobre todo es deseable que las empresas con beneficios recuperen las subidas salariales y, en la medida de lo posible, vayan cambiando los contratos temporales por indefinidos, porque lo cierto es que la precariedad crece tanto en el empleo como en el desempleo, lo que implica un aumento de la desigualdad y la pobreza laboral. Nueve de cada diez contratos firmados son temporales y cuatro de cada diez de los indefinidos lo son sólo a tiempo parcial. Es fundamental que la recuperación se traslade a las personas, lo que, además de más empleo y de mayor calidad, requiere de políticas salariales que permitan la recuperación del poder adquisitivo perdido durante la crisis.