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AL TRASLUZ. EDUARDO AGUIRRE
León

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De repente, Eastwood además del bueno también es el feo y el malo. A sus 86 años hace mucho que se ha ganado el derecho a decir lo que le sale del magnum verbal. Uno, que lleva ya más de treinta con esta columna, también desearía alcanzar tal estatus, si no fuera porque aspiro a jubilarme antes de que mis lectores hayan olvidado que lo son. La ha armado con unas declaraciones a la revista Esquire, en las que defiende a Trump, por considerarlo menos nocivo que Clinton, pues ninguno de los dos le convence del todo. Para el aclamado actor y director, Trump dice a veces «tonterías» con las que no está de acuerdo, pero desdeña que sean calificadas de «racistas» aunque las considere exabruptos. A mí «tonterías» me parece un término muy suavín, que decimos aquí, aplicado a tal energúmeno. Pese a ello, las prefiere a lo que considera la plaga de lo «políticamente correcto», que ha convertido a Estados Unidos —según él— en una «generación amariconada» (pussy generation). ¡Jo! Sigo a mister Eastwood desde hace más de cuatro décadas y no voy a tirar por la ventana mi colección de sus películas, ni a dejar de ir a ver las próximas. Él y Woody Allen son mis citas inexcusables. Ahora bien, tampoco caigo en el cinéfilo contigo pan y cebolla. Ser un estadounidense republicano es legítimo, esto otro ya no tanto.

Votar a Donald Trump es como hacerlo por el doctor No aquel de la película de James Bond. Le reconoces el ingenio y el tesón en lo suyo: pero no comprendes por qué ese empeño en utilizarlos contra la humanidad. Si quiero vivir una experiencia intensa no facilitó que me gobierne un millonario pasado de rosca y con el ego como la fachada de un casino de Las Vegas, me compro los Grandes éxitos de Torrebruno. Otra cuestión es que a los Clinton les guste más el poder que a Popeye las espinacas.

Trump, que es faltoso, acaba de llamar «desequilibrada» a su rival. Como dijo un cervantista, nadie se mofa de su propia locura, sino de la de los demás. En fin, a Clint le gusta Donald más que Hillary, aunque a ninguno les daría un papelín, ni en un remake de «Aterriza como puedas». Si en la próxima edición de los Oscar conceden uno al patinazo, sin duda, se lo llevará Eastwood. ¡Nuestro Clint!