Cerrar
Publicado por
AL TRASLUZ. EDUARDO AGUIRRE
León

Creado:

Actualizado:

Todos nos seguimos preguntando qué hizo Nishiskori durante esos once minutos que estuvo desaparecido, en medio de su partido con Nadal. Desde luego, algo hubo de hacer. Con toda razón, el tenista español mostró su indignación. Si quieres resolver un misterio, lo mejor es empezar descartando posibilidades. Por ejemplo, que le diese por empezar Los Hermanos Kamarazov. O por escribirle una carta a una tía de su abuela que se llama Berenguela. O que le engullese Godzilla. O que fuera a la esquina a comprar tabaco. O a su casa, porque recordarse que se había dejado un grifo abierto. Todo eso y más podemos apartarlo, pues no resulta creíble. Además, realizar cualquiera de esas actividades lleva, qué menos, media hora. Y entonces llegamos a que nos queda un puñado de hipótesis razonables. Un amigo mío, que ha visto muchas de Bond, cree que pudo ser sustituido por un doble. Le argumenté: «Para tal cambiazo bastan seis minutos, ¿a qué dedicó los otros cinco?». Reconoció: «Ahí me has dado».

Quedará en la memoria colectiva el esfuerzo heroico del manacorí. Ah, el deporte, maestro de la vida. Quizá, una de las ocurrencias más desafortunadas de las pasadas elecciones fue el reproche a Rajoy de leer demasiado «Marca». Pese a todo, el mundo deportivo es territorio donde prevalecen los comportamientos ejemplares con el rival, pese a algunos mordiscos y marrullerías, casi siempre de los mismos. En política, los once minutos de Nishiskori se le hubiesen convertido en el puente de la Asunción.

A medianoche, recibí un whatsapp de mi amigo, quien seguía dándole vueltas a la sospechosa ausencia nipona. «¿Y si mandamos a Lidia Valentín para que le interrogue?». Pero nuestra bella y saludable paisana es pacífica, gracias a Dios. En fin, un caso apropiado para Equipo de investigación, de «La Sexta», cuya presentadora gusta de echarle enfático comecome al suspense.

No sería de extrañar que Nishiskori hubiera empleado su mutis para alguna de las tres actividades que —aquí, en Río y en Japón— se hacen empujando. Y excluyo tanto parir como trasladar un piano. Claro que también pudo desaparecer un ratín en el Triángulo de las Bermudas. Esas cosas pasan a menudo. Vale, de vez en cuando. Más o menos. ¡Ay!