TRIBUNA
Cruzando miradas entre la técnica y las humanidades
E s preciso establecer un cruce de miradas entre la ingeniería, como vector de desarrollo del hombre, es decir, entre la tecnociencia, y las humanidades, estableciendo puentes de diálogo entre ambas, proponiendo abrir espacios nuevos al diálogo interdisciplinar, y mirando al futuro pensando, imaginando y creando, en torno a los aspectos de interés dentro del universo del arte y las humanidades.
En primer lugar el patrimonio construido, ya sean máquinas creadas por la mente y las manos del hombre, para el bienestar y mejora de la vida humana: monumental, de la obra pública o del paisaje, y por otro lado, el vibrante fenómeno de la creación artística contemporánea, en sus múltiples expresiones, una de ellas es la utilización de la tecnología para crear arte como expresión del mundo actual. Estos conforman ámbitos con gran riqueza de contenido, hoy necesariamente abiertos a la conciencia del hombre nómada del siglo XXI, y a la concurrencia de disciplinas, en las que confluyen ingenieros, arquitectos, tecnólogos y científicos, con artistas y creadores, escritores, y críticos de arte, entre otros protagonistas, tanto del conocimiento, del saber y del hacer, como del saber hacer. La integración de ambos universos se debe desarrollar y concretar a través del diálogo que tiene como foco principal el patrimonio construido y la creación contemporánea. Cruzarán sus miradas en ellos los especialistas de la técnica y de las humanidades y el arte, analizando las fortalezas y debilidades de esa integración de saberes, con un intercambio fértil de ideas, a modo de caleidoscopio, que reúne en síntesis conceptual la reutilización de lo cotidiano en el ámbito urbano. Cada elemento tiene una narrativa, y se puede proyectar al ciudadano común sobre los espacios de su ciudad. A veces la Naturaleza vuelve a tomar lo que es suyo, destruyendo las creaciones fruto de la osadía y falta de humildad del hombre. El hombre busca predecir el futuro por motivos de supervivencia, y así comenzó a cuestionar e integrar esos dos universos, la técnica y el arte.
La ciencia es experimental y aplicada, por tanto utilitarista. La ciencia se ha convertido en gran medida en técnica, por medio del materialismo para eliminar la componente espiritual del hombre. En cambio la técnica camina hacia su espiritualización. Por ello los mejores ingenieros son grandes artistas, y los mejores artistas son grandes ingenieros, es decir, aquellos que han conseguido integrar los dos universos, sin olvidar que el conocimiento de la propia naturaleza tiene un comportamiento holístico, donde no hay compartimentos estancos, pero el hombre ha pretendido poner puertas al campo, por su afán de separar los distintos hechos para su análisis, a partir del siglo XVIII, y sobre todo de la revolución industrial, que condujo a la división del trabajo y a la brecha entre Ciencias y Letras, y por ello a la creación de barreras mentales por medio del sistema educativo, que sería preciso eliminar.
Este proceso no ha hecho más que comenzar con el auge de las TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) que son una sublimación de la Técnica. La simulación en la técnica tiene que recrear las condiciones de contorno, que se modelizan experimentalmente, física y matemáticamente, como una naturaleza fractal, y los efectos pueden ser visualizados de una forma más visual y menos analítica. La evolución del comportamiento social o político del hombre mediante conceptos plásticos reducidos a comportamientos patrones por estimulación recíproca, ejerce magia y fascinación en el hombre, buscando los vectores de transformación, por ello se hace necesaria una reflexión para entender cómo afectan al hombre estos cambios, utilizando nuevas herramientas como paradigmas tecnológicos actuales, que frecuentemente generan una gran incertidumbre por la gran cantidad de grados de libertad que dispone el hombre. El uso de la tecnología por el hombre es ambivalente, para la mayor parte de ellos, y ha significado un cambio profundo en sus usos y costumbres, generalmente más allá de la satisfacción de las necesidades primarias en lo útil, y del equilibrio necesario para la conciliación del comportamiento socio-familiar y laboral.
La «singularidad» simula la mente humana en sus dos hemisferios, izquierdo y derecho, con algoritmos que pueden crear música, ¿Qué sucederá cuando el hombre llegue al estadio de la creación de máquinas que piensen y tengan conciencia? ¿O será apenas una boutade para capturar la atención del hombre?
Por ello es necesario establecer una barrera de seguridad como cortafuegos entre lo banal y el arte en sí mismo. Será preciso superarnos para conseguir incorporar la somática del hombre a la tecnología, para evitar caer en los peligros de alienación, incorporando ese impacto sensorial mediante un efecto de retroalimentación constante. Por ello, denunciar los peligros de fabricar un nuevo fetiche ‘Becerro de oro’ de la tecnología es tarea de todos aquellos que entienden de ésta, y pueden ver «el aliento» puramente materialista que lo sostiene en gran número de ocasiones. Otro paradigma de los desarrolladores tecnológicos son los ciclos de vida útil de cada tecnología, cada vez más reducidos, y a veces pueden conducirnos a la esclavitud y a la abducción; ya que el grado de madurez del hombre común probablemente esté lejos de asumir correctamente las aplicaciones tecnocientíficas, cual esclavos del Smartphone, derivado de la Blackberry, con su significado literal y conceptual, que nos mantiene cautivos en la constante actualización, lejos del objetivo humano más positivo, donde las máquinas nos faciliten más la vida, lo hagan todo por nosotros, como una prolongación de nosotros mismos, «piensen y actúen» por nosotros, es decir, «sean» nosotros.